La República Dominicana está viviendo un sacudimiento que nos abre dos opciones y ambas dependerán una de la otra. Hay un serio cuestionamiento al sistema de partidos políticos, un descreimiento en las instituciones públicas y una percepción de desorden generalizado.
En ese ambiente en el país pudiéramos llegar al punto de colapso total del sistema y eso traería actores nuevos y lo otro sería que el propio sistema sea capaz de recomponerse para recobrar credibilidad.
Pudiéramos decir que el colapso depende más de la ineficacia del sistema para reinventarse y responder a las demandas sociales en la conducta pública, en las cuestiones materiales y en la confianza pública.
Eso es lo que puede pasar.