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20 de abril 2024
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Leonel, Danilo y la historia

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Los seremos humanos competimos la mayoría de las veces por un mismo lugar, una misma posición o un mismo objetivo. Las competencias, a su vez, generan emociones positivas y/o negativas. Es tan sencillo como eso, lo que ha ocurrido con el Dr. Leonel Fernández y el Lic. Danilo Medina.

Un importante dirigente del antiguo Partido de la Liberación Dominicana (PLD) dijo: “Danilo y Leonel no pueden ponerse de acuerdo. Solamente si fuera una razón política estuvieran de acuerdo. Pero el problema de ellos dos es personal”.

 Ante semejante sentencia, la reflexión e investigación es obligada para intentar descodificar a qué ha correspondido la conducta de estos políticos en las últimas dos décadas. Así, presagiar sus próximos pasos y sus posiciones frente al juicio final de la historia.

A pesar de que, nuestra investigación al respecto inició hace cinco años y consta de testimonios y datos bibliográficos, pretende concluir en un texto que contenga parte de la historia política dominicana entre el 1990 y el 2020, o sea, esta entrega constituye: un adelanto.

¿Amigos?

Fernández y Medina no han sido propiamente amigos. Han sido compañeros. Muy buenos compañeros algún tiempo. Esto así, porque ninguno de los dos ha compartido la intimidad (personal y familiar) del otro, en sus más de cuatro décadas juntos en el mismo partido.

Sin embargo, muchos podrían disentir de esa afirmación en el entendido de que durante años lo vieron despachando asuntos políticos, planificando trabajos, armando estrategias y caminando unidos en el PLD. Evidentemente, eso supone compartir cosas privadas como: comidas, viajes, eventos sociales, etc. Donde se puede confundir fácilmente una amistad con compañerismo y frecuencia.

Tienen orígenes distintos. Formaciones de hogar, familia y escuela radicalmente opuestas. Espacios de crecimiento diferentes. Vocaciones e intereses disímiles. Pero, coincidieron en el afán político alrededor del Prof. Juan Bosch. A quien acompañaron en la fundación del PLD en 1973 y en todo su devenir.

El crecimiento de ese dúo en las filas peledeístas fue vertiginoso. Más rápido, incluso, que el de toda una generación que se había probado en la política durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Se desarrollaron con estilos e inclinaciones diferentes. Leonel, dado a la academia internacional, y, Danilo a lo pragmático.

De hecho, las posiciones que iban escalando se correspondían con sus talentos. Eran objeto individualmente de reconocimientos y augurios de un gran futuro. Eso, quizás, habrá aportado a que (cada cual en sus circunstancias y secretamente en su interior) se sintiesen merecedores, uno por encima de otro, de las distinciones que han recibido después como: ser presidente del partido o ser presidente de todos los dominicanos.

A partir de 1990

En el año 1990 sendos dirigentes entran al comité político de su partido junto al Ing. Juan Temístocles Montás (Temo). Los tres fueron reconocidos por muchos en esa época, como la tríada estratégica que sorteó la existencia del PLD en situaciones difíciles de la alta política dominicana.

A ese trío se le atribuye haber ideado el Pacto por la Democracia que resolvió la crisis entre el PRD y el PRSC, especialmente, entre el Dr. José Francisco Peña Gómez y el Dr. Joaquín Balaguer. Pero esos líderes históricos no contaron con la astucia de Leonel, Danilo y Temo, pues quienes salieron victoriosos fueron los peledeístas al ganar, en segunda vuelta, las elecciones del 1996 como consecuencia del acuerdo de 1994.

En esa época, Danilo ya era miembro del comité político, principal estratega del PLD y diputado por la provincia de San Juan de la Maguana ante el congreso dominicano, del cual llegó a ser presidente de la Cámara de Diputados.

Por su parte, Leonel, era profesor universitario, abogado en ejercicio, miembro del comité político y candidato vicepresidencial de Juan Bosch. Vale decir que, fue elegido por una abrumadora mayoría para acompañar en la boleta presidencial al fundador del partido morado. Por encima, inclusive, de dirigentes como Norge Botello y Euclides Gutiérrez Félix.

Es decir, ambos tenían perspectivas de poder. Se proyectaban como los futuros líderes del PLD y el país. Y así fue.

En ese trajín, a pesar de ser parte de un mismo equipo, hicieron equipos por separado. Basta con mirar que, en sus períodos, sus más cercanos colaboradores han correspondido a una relación personal con cada uno y no a un equipo del partido, y, mucho menos a un órgano del partido, excepto en el período 1996-2000. En un gobierno más acentuado que en otro, con técnicas distintas ajustadas a sus líderes, pero así ha sido.

Es en esos grupos individuales, paralelos al PLD, donde algunos quisiéramos pensar que surge y radica el problema que continuaremos en la segunda entrega de este título.

 

Por Borja Medina Mateo

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