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24 de abril 2024
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OpiniónFrancisco S. CruzFrancisco S. Cruz

Lectura política de los “Pandora Papers”

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Como ya el mundo sabe los “Pandora Papers” sobre los dineros y empresas de empresarios, políticos, presidentes, expresidentes, figuras de la farándula y del deporte; pero también, de capos-delincuentes, en paraísos fiscales es una vieja y socorrida practica histórica -Imperio Romano, y su apogeo bajo el emperador Julio César– legalizada que hoy puede servir para expandir capital, inversiones, creaciones -de variopintas-empresas-, evasión fiscal o facilitar negocios donde las observancias tributarias-fiscales son exiguas o inexistentes.

Sin embargo, el actual destape o investigación periodística -de más calado que “Panamá Papers”- sobre el tema sólo terminará perjudicando, como ya vemos, a aquellos dueños-empresarios con vinculaciones u aspiraciones políticas. Me explico: qué problema o daño -de percepción pública, política o judicial- les podría traer el asunto a una figura de la farándula o del deporte o, a un capo-delincuente. Al artista o deportista, quizás, algún contratiempo fiscal y al capo-delincuente probable confiscación… (ese subgrupo solo sería perjudicado en término relativo).

Ahora bien: ¿y a un político? Aquí la cuestión pasa a otro plano, pues además de figura pública, un político huele a poder y manejo, en algún momento, de recurso públicos, decisiones sobre políticas públicas, ética pública y percepción mediática; y esta última es como el target (objetivo) vulnerable de cualquier político u empresario que tenga compromiso social en una determinada sociedad y, sobre todo, un capital más que económico que cuidar: prestancia pública, aspiraciones -sectoriales, sociales u política- o preservación de un liderazgo ya labrado-establecido.  Este último es el caso de los presidentes Sebastián Piñera -Chile, contra quien se tramita un juicio político (quizás porque la campaña, por la presidencia -noviembre-2021-, está a la vuelta de la esquina)-, Guillermo Lasso -Ecuador, que se ha sometido al escrutinio público, pero acaba de ganar unas elecciones- y Luis Rodolfo Abinader Corona -nuestro presidente que ha hecho de dominio público que tienes sus cuentas claras en su Declaración Jurada-. De los expresidentes ni hablar, pues, como los jarrones chinos: ¡no hay donde ponerlos!

De ellos la única suerte predecible, hasta ahora, es la del presidente Sebastián Piñera: probablemente no podrá aspirar más. De Guillermo Lasso y Abinader dependerá mucho de cómo manejen esos asuntos. Por lo pronto, Lasso -ha jugado a transparentar todo y despeja-cerrar cualquier brecha cuestionadora sobre su patrimonio y cumplimientos fiscales-; igual hace el nuestro, pero le falta exponer, desde la agenda pública y de cara al país, el asunto para despejar cualquier duda que luego no sea tema-incordio de campaña-2024, pues la Constitución le confiere el derecho a una repostulación. Los meses por venir dirán…. (lo indiscutible es que hay un costo político en juego).

El asunto es tan global y rentable que, hasta el escritor y político Mario Vargas Llosa -según la investigación periodística-, fue, 2015, parte de la pasarela; como también, Vladimir Putin, de Rusia.

 

Por Francisco S. Cruz       

 

El autor es Político y exprofesor de Historia

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