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24 de abril 2024
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OpiniónJosé NúñezJosé Núñez

Las variables del poder: El dinero, unidad interna, buena gestión de gobierno y un discurso esperanzador

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Vamos a iniciar el tema de las variables que componen los elementos para llegar al poder con una variable que no fue incluida en este escenario, la ideología, ya que en la actual coyuntura global, en la mayoría de los países, ésta representa menos que nada, no es un tema de debate fundamental.

Entre 1989 y 1991 es el período que se enmarca en la terminación de la guerra fría, otros plantean que fue específicamente después del derrumba del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, así mismo se comenzaron a debilitar los enfrentamientos ideológicos y posteriormente entraron a una tendencia con perfiles de extinción o por lo menos reducirse a su mínima expresión.

Y no es que las ideologías vayan a desaparecer, aunque existe el embate del capitalismo por doquier en sus diversas modalidades y avanzando más.

También, en el caso de la República Dominicana el tema ideológico no representa ni la sombra de lo que era en las décadas de los años 50 hasta mediados de los 80, ya que aquí el enfoque por llegar al poder político es, por como cada uno (gobierno y oposición) gobierna, ha gobernado o piensa administrar el Estado. Tan simple como eso.

Entonces veamos las variables del Poder, puntualizando, que si por lo menos no están los recursos financieros (el dinero) y la unidad interna; llegar a ganar unas elecciones nacionales o mantenerse en el gobierno, puede convertirse en un sueño frustrante con pesadillas.

Ahora bien, si un partido político combina tres de estas cuatro variables (el dinero, la unidad interna, una buena gestión de gobierno y un discurso esperanzador), de cualquier forma que la articule, ya sea que esté gobernando o desde la oposición, cualquier meta puede lograrse y hacer de un objetivo, una realidad.

Comencemos con el dinero, éste bien de consumo en cantidad adecuada y bien administrado, siempre es significado para la causa, abre muchísimas puertas y no distrae a los estrategas políticos en su plan de ganar unas elecciones. Todo lo contrario. Esta explicación estricta y simple del dinero, el cual hasta a los desclasados le cae de madre, se delata sola.

La unidad interna, esta es una variable sine qua non para una organización política ganar unas elecciones o llegar al poder, porque las masas deben estar motivadas y los que dirigen bien unidos en la estrategia electoral, independientemente de que algunos estén haciendo bembitas, pero si al fin y al cabo se ponen de acuerdo con el objetivo trazado, la meta puede alcanzarse.

Sin unidad interna en una contienda electoral para mantenerse en el poder, peligra hasta la mejor gestión de gobierno, y en el caso del que está en la oposición, si no hay una buena compactación, también ésta se convierte en su cruz, tal cual La Espada de Damocles que pende sobre sus cabezas.

Quién tenga dudas sobre la importancia de la unidad interna en un partido político,
especialmente estando en un proceso electoral, que analice un poquito la principal causa de la derrota de Jacobo Majluta y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en el 1986 frente a Joaquín Balaguer y el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC).

También es un buen ejemplo en este contexto, la derrota de la candidatura vigorosa y con ímpetu de poder, de Miguel Vargas Maldonado del PRD, cuando enfrentó a Leonel Fernández por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y sus fuerzas aliadas en el año 2008.

A lo inverso tenemos el proyecto presidencial de Danilo Medina para las elecciones del 2012, el cual nació chiquitico y fue creciendo como producto exclusivamente de la unidad interna que se alcanzó en el PLD, su discurso coherente, ayudado por el posicionamiento electoral de Leonel Fernández y las pifias o torpezas desde el inicio hasta el final en la campaña del hiperactivo Hipólito Mejía, quien fue como candidato por el partido blanco, el PRD.

Es decir, en los tres párrafos anteriores, sale a relucir como elemento primario fundamental entre los que alcanzaron el poder; la unidad de sus principales hombres y mujeres. Sin la mencionada unidad no hay éxito electoral.

Una buena gestión de gobierno: ésta siempre es determinante, casi sagrada, porque no es normal, qué el que está controlando el Poder Ejecutivo, con un mal gobierno en términos económicos y sociales gane unas elecciones por las buenas, es decir, democráticamente.

De ahí es que deducimos, que el gobierno de Antonio Guzmán y el PRD en el período 1978-1982, fue la base primaria para que siguieran gobernando en los años 1982-1986, obviamente, sustentando su unidad bajo el dominio del liderazgo que imprimía José Francisco Peña Gómez, coronado con el discurso de las manos limpias.

Pero si en el 2012 el gobierno que encabezaba Leonel Fernández no termina remontado en un 57% de aprobación popular conjuntamente con el factor unidad interna, simbolizada en cuatro (4) frentes de masas, iba a ser muy cuesta arriba ganarle a Hipólito Mejía, el PRD y sus aliados.

Esos frentes los encabezaron; Danilo Medina como el candidato principal, Margarita Cedeño de Fernández como aspirante a la Vicepresidencia, Leonel Fernández como Presidente y líder del PLD y del país, y el cuarto frente, por el Vicepresidente de la República, Rafael Alburquerque, complementando todo este accionar con una oferta electoral basada en mensajes bien estructurados por el aspirante morado.

Mientras que en la fuerza opositora principal ocurría todo lo contrario con el «Guapo de Gurabo», el expresidente Hipólito Mejía.

El discurso esperanzador: es una herramienta siempre útil en una campaña electoral o fuente para atraer los votos indecisos y fortalecer las simpatías, y si se pueden poner ejemplos demostrables a su favor y enrostrándoles las debilidades a la competencia, especialmente al oponente principal, se convierte en un stop en las intenciones de los contrarios.

Es decir, en el escenario de las elecciones nacionales, los aditivos que complementan el paquete de un triunfo más contundente son; el dinero, la unidad interna, un discurso que llegue, que haga sintonía con las masas, y una gestión de gobierno bien percibida (para el que está en el control del erario).

¡Por supuesto, no confiarse es el guardián para garantizar el éxito; antes, durante y después del proceso electoral, en el conteo de las votaciones del día final o día “D”!

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