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19 de abril 2024
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Las maletas del vaivén

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Las carreteras son parte de su vida, en especial los fines de semana, pues su vida laboral o estudiantil está en su sitio actual, pero gran parte de su corazón se ubica a unos kilómetros de distancia.   Y es que están en un continuo vaivén; tienen ropa tanto aquí como allá, vas a sus casas y es muy probable que observes un bulto, una mochila o una maleta en alguna esquina, que por su constante uso es más practico tenerla cerca.

Como es sabido, desde el inicio de los tiempos las capitales en todo el mundo, siempre han sido un signo de progreso, oportunidades, calidad de vida, diversidad, avance, modernidad, libertad, nuevos horizontes. Es la razón por la que muchos jóvenes al terminar su bachillerato se trasladan desde sus pueblos de origen hacia la capital para venir, generalmente, a estudiar.

Dejan su casa, su familia y amigos para atreverse a vivir la experiencia de sacar adelante su futuro y sus sueños a lo mejor de trabajo o de estudiar la carrera que posiblemente en sus ciudades no se imparte. Deben entonces, adaptarse a su nueva vida y nuevos compañeros que mientras esté en la capital son su familia más cercana.

En mis años de universidad fue cuando descubrí a este singular grupo.  Al llegar los fines de semana, muchos de mis compañeros (si tenían dinero) tomaban la primera ‘’guagua´´ hacia su pueblo.

Se pueden identificar porque es como si tuvieran su mente dividida entre lo que sucede aquí y allá; no se pierden las corridas de caballos, ni las tradicionales fiestas patronales, difícilmente pasen un fin de semana largo o vacaciones en la capital y obviamente los días especiales.

Yo, capitaleña al fin, nacida y criada aquí, curiosa de saber de este particular estilo de vida, en varias ocasiones tuve la oportunidad de ir a visitar con ellos algunas ciudades, conociendo lugares totalmente distintos a lo que vemos en la capital, ambientes lejos de los tapones, de la rutina, de caminar casi a todos lados porque generalmente todo está cerca; ser recibida con placer y las mejores atenciones aun siendo un lugar humilde.

Una de las principales razones que los mueve a ir y volver frecuentemente es la familia. Esa necesidad de ver caras conocidas, renovar el sentido de pertenencia, volver a las raíces, al consejo o al ‘’boche’’ oportuno, sentirse en casa nuevamente, comer de ese sazón único al menos por el fin de semana.

Más tarde en la noche vestirse bonito y juntarse con los amigos de siempre, en el lugar de siempre y contar las mismas historias (de sus fiestas, de sus años de escuela, de sus hazañas) una y otra vez o ponerse al tanto de sus vidas.

Muchos sueñan con regresar a su pueblo algún día, mientras otros se han adaptado y prefieren la vida citadina, lo que sí es común, es el orgullo con el que llevan su pueblo, que con satisfacción dicen ¡soy barahonero! ¡soy sanjuanero! ¡soy bonaense! ¡soy constancero! ¡soy santiguero! ¡soy higüeyano!

Algunos dicen que en su ciudad es donde descansa Dios, otros que su ciudad es la más verde, o la famosa´’ entra si quieres sal si puedes´´; aman su pueblo, esto independientemente de que su ciudad se haya o no desarrollado o si sea un pueblo pequeño o grande.

POR ANNETTE V. RESTITUYO

(annettev.restituyo@gmail.com)

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