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19 de abril 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

Las instituciones de cartón

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La mayoría de las instituciones dominicanas navegan en un mar de lodo. Han perdido la credibilidad ante el pueblo y su única misión es conseguir titulares de periódicos y un minuto en las noticias de televisión. Hay que someter a juicio crítico el devenir de esos organismos.

Ser pusilánimes al momento de tener que tomar disposiciones, y voltear la cara ante las irresponsabilidades, son algunos de los incidentales que pesan en el descrédito institucional. La corrupción ha doblado a los robles políticos y comerciales, y con ellos entra el vendaval.

Se necesita hoy más que nunca el surgimiento de una nueva sociedad. Que el poder llegue a un hombre nuevo, sin ataduras con el pasado, sin un presente donde se le narigonee y con los ojos puestos en el futuro.

Es difícil encontrar salida a la situación actual de abandono moral y genuflexiones sociales. Se perdió la conciencia de buscar alternativas  a los males colectivos partiendo del sacrificio a lo personal. Aunque le parezca a muchos un imposibles,  es necesario volver a tomar ese camino.

El país tiene a mano todos los organismos que son necesarios para aplicar y hacer respetar las leyes. Lo que falla no son los códigos, son los hombres. La corrupción apaña  todo. El país se mueve con un viento     negro de espaldas y una ola de frío al frente. Atrapado sin posibilidades de salida y en espera de una amplia crisis institucional.

Hay que frenar la corruptela en cualquier ambiente de la vida pública. Hay corrupción en el sector público, pero también en el privado. Bueno es recordar que no hay corruptos, si previamente el corruptor no hace la oferta. La justicia no tiene balanza y se quita el velo de los ojos, cuando se trata de accionar contra poderosos de turno.

A la corrupción hay que cortarle la cabeza de un solo tajo. No puede haber medidas populistas, ni demagógicas. Todo el que utilice bienes del Estado, tiene que ser sancionado  con  lo que manda la ley. Asimismo, al empresario que aumenta precios en desmedro de la población, se le debe condenar a penas físicas y a la confiscación del negocio.-

Puede ser doloroso, pero un país abandonado a su suerte no puede tener ricos satisfechos. Es necesario que se tome el machete   y se haga una clara advertencia de que no se va a permitir que continúen las irregularidades. No puede haber aumentos de precios de artículos de primera necesidad, si el organismo competente no lo autoriza.

Se puede lograr avanzar en el camino de la honradez, la seriedad, el respeto y sobre todo, en el deseo de que se den cambios políticos, económicos y sociales en el país. Vamos camino de la arena movediza, y solo el cambio con un alto en este camino diabólico que transitamos, nos permitirá sobrevivir. ¡Ay!, s eme acabó la tinta.

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