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19 de abril 2024
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OpiniónElvis ValoyElvis Valoy

Las fundas plásticas y la nueva Danza de los Millones

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Luego de finalizada la Primera Guerra Mundial, los grandes campos europeos productores de materias primas quedaron devastados como consecuencia del conflicto bélico.

 Esa situación trajo a la República Dominicana y a otras naciones la enorme oportunidad histórica conocida como la Danza de los Millones, periodo en que los precios del azúcar y otros productos incrementaron sus precios, viviéndose uno de los mejores momentos económicos y de ascenso social.

 Tomando en cuenta los acontecimientos que han estado sucediendo en todo el planeta, es perceptible que nuestra nación podría nueva vez vivir una danza de los millones en este siglo XXI.

 El mundo está ante una nueva coyuntura con la búsqueda de nuevos sistemas de salud y medio ambiente en el cual los seres humanos persiguen afanosamente acabar con un mundo de consumo que asesina flora y fauna.

 El actual contexto mundial se encamina a prohibir productos demostrados científicamente como peligrosos. Muchas naciones están empeñadas en legislar para penalizar el uso y abuso de químicos mortales para la salud de la gente y el medio ambiente.  

 Y es ahí donde radica el enorme nicho que se le presenta al país para mercadear productos elaborados con nuestras materias primas. Un ejemplo de esto son los subproductos que se obtienen a partir de la caña de azúcar, los cuales podrían alcanzar mercados internacionales inusitados, consecuencia de las prohibiciones que se han iniciado en todo el planeta.

 De ahí que si nuestro sector empresarial quisiera, entraríamos nuevamente a la nueva Danza de los Millones, con tan solo producir artículos sanos, permitiendo multimillonarias ganancias a la industria local.       

 Las noticias se suceden una tras otra. Recibí con gran beneplácito la noticia de que el Parlamento de Panamá aprobó el pasado   jueves, una ley pionera en Centroamérica que prohíbe el uso de bolsas de plástico desechable en cualquier tipo de establecimiento comercial, persiguiendo con esta legislación la reducción  en un 20 por ciento el  consumo de este tóxico material en ese país.

Y no es para menos pues las bolsas o fundas plásticas producen grandes daños tanto a la flora como a la fauna nuestra. Se calcula que el tiempo que se toma una funda plástica en degradarse es de alrededor de 400 años.

 El camino que empieza a tomar Panamá ya ha sido trillado por otros países latinoamericano, que han entendido la necesidad de salir de una vez y por todas de la letal fundas de plástico, las cuales son elaboradas a partir del mortífero etileno.

 Creo llegado el momento en que nuestro país se encauce por reforzar normas legislativas que eviten la destrucción del medio ambiente, lo que al mismo tiempo nos daría la oportunidad de producir materiales en la nación, que son benignos y no agreden el hábitat.   

 Recuerden que hace únicamente unas cuantas semanas sugerí a las empresas cañeras la elaboración de un recipiente para almacenar alimentos a partir del bagazo de la caña, y de esa manera eliminar los mortíferos envases foam.

 Muchas de las personas de las que como yo transitan el otoño de nuestras existencias no olvidarán las fundas en las que se despachaban productos en los años sesenta y setenta en los colmados y pulperías, las cuales eran confeccionadas del papel producido por el bagazo de la caña.

 Excelente oportunidad la que se le presenta a nuestra industria para insertarse en mercados mundiales obteniendo grandes beneficios. No se debe desaprovechar ni un instante esta magnifica oportunidad. Quién sabe si de nuevo estamos entrando a  otra Danza de los Millones.  

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