EL NUEVO DIARIO, MOSCÚ.- Las elecciones en las repúblicas separatistas del este de Ucrania, previstas para el 11 de noviembre y condenadas por países europeos y EEUU, no contradicen los acuerdos de paz de Minsk, afirmó hoy el Kremlin.
«No van en contra de los acuerdos de Minsk», aseguró en declaraciones a periodistas el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov.
A la vez, insistió en que la culpa de torpedear el proceso de paz recae en Ucrania y no en los separatistas.
«La lamentable situación en torno a la implementación de los acuerdos de Minsk la provoca precisamente la falta de deseo de Kiev de cumplirlos», dijo Peskov.
Por su parte, los separatistas de la autoproclamada república popular de Donetsk denunciaron este lunes la preparación de «provocaciones con armas químicas» por parte de Kiev con el objetivo de frustrar las elecciones en el este prorruso.
«Nuestro servicio de inteligencia ha descubierto que los servicios secretos de Ucrania preparan una provocación con armas químicas a gran escala dirigida contra la población de Donbass», señaló el portavoz de la Policía de Donetsk, Daniíl Bezsónov, en rueda de prensa.
Según Bezsónov, según recogen medios rusos, esta acción busca «desacreditar a los dirigentes de la república y frustrar las elecciones».
«Nos dirigimos a la comunidad internacional para que impida esos crímenes», agregó.
El presidente ucraniano, Petró Poroshenko acusó previamente a Rusia de estar detrás de las «falsas» eleccionesen las repúblicas separatistas y obstruir de esa forma la implementación de los Acuerdos de Minsk, suscritos en 2015 entre Kiev y Moscú con la mediación de Berlín y París.
Para Poroshenko, los comicios del 11 de noviembre son «son un claro ejemplo de la falta de voluntad del Kremlin de lograr un arreglo pacífico».
El mandatario ucraniano advirtió asimismo de que los resultados de esas elecciones «jamás serán reconocidos por la comunidad internacional».
Mientras, las autoridades de las repúblicas separatistas se mostraron decididas a seguir adelante con los comicios, pese a las críticas de Kiev y de los países occidentales.
