“La educación es el desarrollo en el
hombre de toda la perfección de
que su naturaleza es capaz”.
(Immanuel Kant)
Para investigadores de la talla de García Molina (2019) en sentido general, el término competencia remite a la aplicación oportuna y adecuada del conocimiento para lograr eficacia y eficiencia en el desempeño laboral… Sin embargo, admite que, en el ámbito académico, el concepto competencia es mucho más amplio de lo que podríamos imaginarnos.
Según Mejía (2000) citado por el propio Molina, competencia se refiere a “un sistema de conocimientos: declarativos (el qué); condicionales (el cuándo y el porqué) y procedimentales (el cómo), los cuales se encuentran organizados en esquemas operativos que permiten, en una situación dada, identificar no solo los problemas sino su solución eficaz. Por consiguiente, en esa definición, dice el autor, se encuentran presentes los cuatro elementos que caracterizan el concepto competencia, estos son: conocimientos, procedimientos para aplicarlos, contexto y resolución de dificultades (rentabilidad).
¿Qué implican las competencias?
A juicio de Molina (2019), las competencias implican saber aplicar saberes y factores personológicos en la resolución de situaciones diversas de la vida. Dicho de otro modo, el concepto competencia cubre hoy día la capacidad de aplicar eficiente y eficazmente saberes diversos; y manifestar, continúa el autor, oportunamente actitudes, aptitudes, instintos, intuiciones y emociones en situaciones específicas. Destaca, además, que, sin conocimiento, no se puede hablar de competencia, sino de instintos, intuición y repetición automática. (Molina, 2019: 163).
Las competencias se dividen en generales, comunicativa, lingüística, discursiva o enunciativa, instruccional y pragmática; esta última se encuentra asociada o referida, a juicio de Molina, a la oportunidad de producir los actos de habla acorde con cada contexto. (Molina, 2019: 271).
En definitiva, aplicar la consecución de estas competencias en el proceso enseñanza-aprendizaje en la educación dominicana –aunque el Currículo lo contempla– resultaría de gran valor para lograr alcanzar la meta de mejorar la educación de nuestro país y así sacarlo de la posición en que lo sitúan los órganos internacionales. Esto es, llevar su implementación de las palabras a los hechos.
(Para saber más: Molina García, Bartolo. 2019. EL DISCURSO: Categorías y estrategias. Segunda edición. Surco. Rep. Dom.)
Por José Santana-Guzmán