Una bacteria contraída en el país ha provocado declaraciones del Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York y revuelve el tema de las malas prácticas en materia de cirugía estética. Este tema no se resuelve argumentando el posible detrimento al turismo de salud que pudiese generar esta alerta de los yanquis, más bien se requiere de la colaboración de los actores del sector salud y la ciudadanía en general, incluyendo los pacientes, para erradicarlo.
Satanizar el ejercicio de la medicina en esta rama no es la solución ya que las cirugías continuarán realizándose queramos nosotros verlo o no. Un trabajo bien hecho da poca brecha a desenlaces desafortunados o secuelas nefastas. Es por esta razón que se necesita fortalecer y promover la ejecución profesional de los procedimientos estéticos.
Hemos visto como las autoridades del Ministerio de Salud han cerrado varios establecimientos que no cumplen con los estándares requeridos. Aseguraron recientemente mediante un comunicado que monitorean constantemente los centros con énfasis en los factores que pudieran vincularse a procesos infecciosos y la Sociedad de Cirugía Plástica se pronunció dando su aprobación a que se retiren a quienes no tienen aval ni competencia para realizar esos procedimientos.
Ese debe ser el punto principal ya que cosmetólogos y esteticistas no pueden de manera improvisada poner en riesgo la vida de los demás usurpando las funciones de los cirujanos que con muchos años de especialización han logrado prepararse en la difícil tarea de la estética y reconstrucción.
Las autoridades deben seguir trabajando para cerrar estos centros irresponsables y los ciudadanos deben colaborar denunciándolos. Cada paciente tiene que asumir el compromiso de pedir a esa persona que le va a intervenir las credenciales que lo avalen como médico especialista en cirugía plástica. Tiene que pensar que esos precios increíbles muchas veces le cuestan la vida o a calidad de la misma.