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24 de abril 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

La voz de la Embajadora

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La embajadora  norteamericana  tiene un fino lenguaje, muy diplomática, siempre en actividades deportivas y sociales, pero nadie se equivoque, es la representante de los Estados Unidos. Un guante de seda perfumado, para esconder un puño de hierro. Por principio, nos oponemos a las intervenciones e injerencias en asuntos internos.

En su reciente discurso ante la Cámara Americana de Comercio fijó bien claro la posición de los norteamericanos ante la situación económica y política de la República Dominicana. Lo dijo en forma tan sutil, como si fuera una maestra de un jardín de infantes, que casi nadie le dio importancia.

Si buscamos  a fondo lo dicho por la Embajadora, vemos el disgusto del Norte  con el sendero que sigue la economía nacional. Los empresarios norteamericanos no tienen confianza en las reglas de juego del país. Rechazamos cualquier intervención económica, política y social de los Estados Unidos.

En su discurso presenta al país como un reducto donde los inversionistas extranjeros no saben qué pasos dar, donde los caminos están estrechos o cerrados, y en ocasiones, donde los capitalistas prefieren ir a otro lado.

Ese disgusto está relacionado con los coqueteos dominicanos con China. Los norteamericanos no perdonan que se establezcan firmes relaciones comerciales con China, y le jalan las orejas a los gobernantes dominicanos. Lo dice con una voz suave, pero que presenta conclusiones que son ásperas.

En lo político también habló claro la embajadora norteamericana. No con el calor que produce el yodo, sino el ligero frescor del alcohol de baja intensidad. Más claro de ahí, solo con traductores.

Destacó que los dominicanos han conocido los estragos de las dictaduras y quieren seguir viviendo en democracia. Los Estados Unidos  siempre estarán listos a colaborar con los dominicanos para que sigan en la senda de la democracia, dio. Y señaló que  lo único, es que se lo tienen que pedir los dominicanos.

Nunca los Estados Unidos han necesitado permiso para actuar en la política nacional, incluyendo renglones de pura intervención. Pero para hablar con excusas insolentes, siempre se han escudado en dominicanos que figuran  como caqra visible en la justificación  de pedir la acción del Tío Sam

Aunque usted no lo crea, los norteamericanos justifican su intervención militar del 1965, a que se lo pidió la junta militar que se formó en San Isidro.  Si alguien le pide su colaboración  en el proceso electoral, los norteamericanos estarán presentes. Lo dice la Embajadora. ¿Quién se lo podría pedir?. El tiempo lo dirá.

Los Estados Unidos van a estar metidos de lleno en el desenlace de las venideras elecciones. La Embajadora será un eje conductor de los designios del Norte. Esa es la corriente que hay. Somos un país dependiente, y ahora mismo no hay ni el coraje ni la logística para que se mantenga la plena independencia y soberanía. El grito debe ser libertad y vida, pero para muchos no se pasa de tomar el teléfono para hacerle la llamada a la Embajadora. ¿Quién lo hará?. !Ay!, se me acabó la tinta.

Por Manuel Hernández Villeta

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