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19 de abril 2024
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OpiniónHumberto SalazarHumberto Salazar

La valentía de don Cesar y el sistema de salud

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Para los que me conocen desde hace muchos años, no es ningún secreto el agradecimiento que le profeso a Cesar Medina por la oportunidad que me dio, sin ser conocido por nadie, de participar en su programa Hoy Mismo hace casi 20 años, lo que ha sido transferido con una relación de hermandad con su hijo Oscar, Mayra y toda su familia.

Por esto, y por mi condición de medico de larga carrera y experiencia, al leer detenidamente su primera columna escrita para el Listín Diario desde la ciudad de Nueva York, donde recibe tratamiento para un cáncer diagnosticado hace apenas un mes y unos días, sufrí un impacto emocional al ver desnudado en una persona muy querida por nosotros, de gran parte de los graves problemas que tenemos en el sistema de salud de la República Dominicana.

Cuando en 1977, increíblemente hace ya 40 años, comencé la parte clínica de mis estudios de medicina en la Universidad Autonoma de Santo Domingo, la primera asignatura que aprendíamos en los hospitales era una llamada ¨semiología clínica¨, donde nos enseñaron que el primer paso que un médico debe dar para con alguien que busque sus servicios, debe ser sentarse, y hablar con esa persona para construir una historia de vida.

Todo el examen de un paciente debe iniciarse por un concienzudo y profundo interrogatorio, porque en síntesis, los médicos somos detectives en busca de hacer diagnósticos de enfermedades que afectan a los seres humanos, algo parecido a los fiscales que usan técnicas para hacer confesar a los acusados de actos reñidos con la ley, eso hacemos nosotros para identificar lo que esta haciendo daño a una persona.

No existe un médico sobre la faz de la tierra que no sepa que lo primero que debe hacer, con toda la paciencia del mundo, es sentarse para realizar una ¨historia clínica¨ del paciente a examinar, y esto debe hacerlo antes de ponerle un dedo encima, que no decir la mano entera, y muchísimo antes de mandar a realizar estudios de laboratorio o imágenes.

Parece que a los médicos dominicanos ya no se les enseña semiología médica, por lo menos al que recibió a Don César en una emergencia o clínica el 17 de septiembre de este año, nos imaginamos que ni siquiera le preguntó si había perdido peso últimamente (una pregunta clásica de la historia clínica) y lo mandó para su casa con un jarabe para la tos y con el diagnostico de que ¨estaba mejor que un jovencito de 20 años¨.

Según el relato, el paciente amaneció ese día con perdida de la voz, dolor en todo el cuerpo y casi seguro un malestar general poco explicable, lo que junto con la perdida de peso espontánea y sin causa aparente, principal signo de una enfermedad subyacente, debió haber llevado a quien hizo el examen a sospechar la presencia de algo mas grave que un simple virus gripal.

La semiología clínica se define como la rama de la medicina que tiene como objetivo identificar los signos y síntomas y de este modo llegar a un diagnostico, solo que para llegar a una conclusión el profesional de la salud debe sentarse a conversar con el paciente, usar sus sentidos (tacto, olfato, vista) y hacer una anamnesis.

La anamnesis es el conjunto de datos que se incluyen a través de estas observaciones en la historia clínica y cuya conclusión es la presunción e identificación de una enfermedad que se CONFIRMARÁ A TRAVÉS DE LOS ANALISIS CLINICOS Y MEDIOS DIAGNOSTICOS, no es al revés, como decía el Doctor Francisco Moscoso Puello hace mas de un siglo: ¨no es con pipí y pupú que se hacen los diagnósticos¨.

Pero mas que eso, quien examina a Cesar Medina en una clínica de la capital, nos imaginamos que Taína y Juan Carlos lo llevaron a una de las mas conocidas, fue todo un médico neumólogo, es decir alguien que primero se graduó de medicina, después, como mínimo, tuvo un entrenamiento de dos años de medicina interna, y por último otro entrenamiento de dos años en enfermedades propias de las vías respiratorias.

En nuestro caso, que tuvimos la oportunidad de dirigir por muchos años una clínica privada, y que conocemos perfectamente las increíbles falencias que afectan a muchos de los que cuelgan títulos de médicos especialistas en nuestro país, no nos parece extraño que alguien con título de neumólogo, solo se centre al ver un paciente en sus pulmones, obvie realizar un análisis minucioso general y hasta se olvide de cual es el método clínico para diagnosticar enfermedades.

Existen en nuestro país, médicos recibidos como especialistas en las desastrosas residencias médicas criollas, donde aprenden solos, porque los profesores brillan por su ausencia y la docencia es inexistente, y los que llegan de fuera del país con títulos que nadie homologa ni valida, es decir, aparte de los problemas que tenemos con las huelgas, existe un serio cuestionamiento con la formación de profesionales de la salud en la República Dominicana.

Por supuesto que los que ya peinamos canas y hemos estado vinculados durante tantos años a la prestación de servicios médicos, entendemos que todo un señor neumólogo no se siente a hacer una historia clínica, pero mas que eso, a un paciente que describe una perdida de peso repentina, en el grupo de edad donde son mas frecuentes los problemas de cáncer de vías digestivas, y lo mande para su casa porque una sonografía o resonancia, realizada un día domingo (17 de septiembre) le dice que su ¨salud esta mejor que la de un joven de 20 años¨.

Ay de aquel que caiga en una emergencia de un centro de salud un día domingo y no tenga un médico de confianza a quien llamar que organice todo, conozca el sistema y lo que hay que hacer con un paciente, lo mas probable es que las radiografías, sonografías y todo lo que es diagnostico por imágenes, sea ¨leído¨ por un médico no especialista en el tema, ya que los radiólogos brillan por su ausencia en fines de semana y días feriados.

Tan fácil que es en esta época de transmisión de datos por vía electrónica, enviar a través de un software especializado las imágenes al teléfono móvil del radiólogo, después de todo los hospitales de Estados Unidos envían mucho de este trabajo a médicos certificados en la India, quienes realizan los diagnósticos a miles de kilómetros de distancia y con una precisión y certeza envidiable, sin profundizar en los avances de la Inteligencia Artificial en esta materia.

Y claro que cuando 11 días después Cesar Medina cae en las manos de un médico con una solida formación como Jorge Marte, un orgullo de los profesionales de la salud de nuestra generación, en menos de una hora, haciendo una historia clínica y con una simple sonografía identificó el problema, diagnosticó la enfermedad y dio las recomendaciones de lugar.

Jorge solo hizo uso del ABC de la medicina clínica: conversación con el paciente, examen físico, análisis para confirmar la presunción diagnóstica y el diagnostico, es decir, lo que nos enseñaron a los médicos para acercarnos a los pacientes desde hace muchos años y tantos han cambiado con la alegría de un lápiz en la mano, indicando pruebas sin ponerle un dedo a un paciente y mucho menos interrogarlo, como si las pruebas clínicas, y no el médico, fueran las que que hicieran diagnostico.

Don Cesar conoce el cariño y respeto que siempre le hemos tenido, tanto a el como a su familia de la cual sentimos que formamos parte por la amistad y hermandad que profesamos para con algunos de sus hijos y nietos, consideramos un acto de valentía hablar en forma tan clara de la enfermedad que lo afecta.

Que nos perdone por haber tomado su relato de una forma tan profesional, no podemos negar nuestra profesión y preocupación por la salud de nuestros conciudadanos, y su caso es un ejemplo de como NO hay que ejercer la medicina, que sirva el artículo de Cesar Medina para asumir lo mal que andamos en nuestro sistema de salud.

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