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19 de abril 2024
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OpiniónJosé NúñezJosé Núñez

La unidad del PLD: ¿Quiénes y cómo deben Propiciarla?

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Señores, es cierta la máxima de que «las instituciones tienden a desorganizarse y con ello acarrean su destrucción», tal cual ha pasado con los imperios Romano, Británico y de la temida Unión República Socialista Soviética (URSS), entre otros.

Las organizaciones y los imperios pueden durar décadas, siglos y hasta milenios, pero la tendencia del ser humano es darle en la madre, destruirlas por diferentes causas o motivos, y puede ser para el bien común o para algo nefasto.

Ahora, lo que no se discute es que las sociedades tienden a avanzar salvo las excepciones como por ejemplo Haití y algunos países africanos, el asunto se hace lento y complejo, pero el avance con sus falencias es evidente y las discusiones se centran ahora en cómo incrementar la producción y la productividad, también en cómo distribuir el ingreso que existe en esas economías subdesarrolladas y de ingresos medio.

Entonces, como sabemos, en el Partido de la Liberación Dominicana -PLD-, ya van para 20 años de los últimos 24 gobernando el país, y de éstos, pronto serán 16 al hilo, es decir, ininterrumpidamente.

Gobernar un país por largos períodos una misma organización no siempre es una ventaja, esto también crea sus debilidades, las cuales son causadas entre otras, por las apetencias de algunos miopes que no se ubican en cuál es su realidad, ni saben el compromiso, ni de quien es que se quieren poner los zapatos y donde lo piensan hacer, estamos indicando que son los calzados del profesor Juan Bosch y en su obra cumbre; el PLD.

El mismo que formó al Partido Revolucionario Dominicano del Jacho Prendío, no el partido de ahora, el que orientó en sus inicios al doctor José Francisco Peña Gómez, el cual le dijo públicamente papá, pero no fue padre biológico que quiso decirle a Juan Bosch, fue padre político, pocos lo entendieron, y aún no lo comprenden.

Ese mismo Juan Bosch, el que organizó la más formidable estructura de las clases; media, media baja y media alta e intelectual, también a varios sectores de los obreros, la que cultivó políticamente con cualidades y peculiaridades sobresalientes, incluso, todavía esos reductos son los que dirigen al PLD, salvo algunas que otras excepciones.

Además, el grupismo, las avaricias y otras acciones patéticas sin castigos institucionales, van encumbrando a esas estructuras cancerígenas para la institución, donde pueden provocar en un mediano plazo su inevitable división e inminente ruina, a menos que los dos hombres de mayor liderazgo no se despojen de vanos pensamientos y ruines orgullos pequeños burgueses y se coloquen del lado positivo de la historia.

Tampoco está demás decir, que tanto Danilo como Leonel deben desoír a los que no suelen ver más allá de sus propias narices, y que se han especializado en proteger sus espacios pecuniarios.

Y si sus dos herederos principales o más aprovechados políticamente hablando, que vienen desde las mismas entrañas de los hijos de Machepa no se unifican, ojalá puedan terminar como iniciaron, con la impronta de exhibir y decir, que el pandero no morirá en sus manos, todo lo contario, pero si no se ponen de acuerdo, la sentencia está escrita; van a fallar, no importarán ni sus buenas obras de gobiernos.

Es que no deben soslayar nunca Danilo ni Leonel, que «la unidad es la clave del éxito peledeísta».

Cabe preguntarse entonces, ¿quiénes deben propiciar la unidad en el PLD?, en principio, los peledeístas de mayor jerarquía, los comprometidos con el pensamiento y las ideas prácticas partidarias de Juan Bosch.

Por lo tanto, el escenario del Comité Central con sus 614 integrantes parecería un buen lugar para debatir ese y otros temas, pero lamentablemente los menos son los que tienen ideas propias, la mayoría ya no piensan con sus cabezas, las han cedido, responden a intereses y a los grupos internos, no parece preocuparles la suerte de la organización.

¿Cómo hacer la unidad?, volviendo a releer y aplicando «Los Métodos de Trabajo» con sus críticas y autocriticas plasmadas en los Estatutos del PLD, los mismos que tendrán que cambiarse, ratificarse o rectificarse, según nuestra Constitución, la cual manda a aplicarlo con plazo definido en la novel ley de partidos políticos.

Aunque los planteamientos relacionados con la disciplina y proceder de los peledeístas deberían ser intocables y retomados, digo, si es que realmente les interesa continuar en el poder y con un partido vigoroso y respetado.

Pero lo principal, lo más prioritario, importante y determinante para la vida del PLD, y además para continuar gobernando el país, es el reencuentro entre Leonel Fernández y Danilo Medina. Ahí está el meollo del asunto.

Que retomen esa longeva amistad, pero si no lo quieren hacer, bien, que de toda forma entren al terreno de la negociación política sin pisarse la manguera entre bomberos, es decir, con sinceridad y lo que más convenga a la organización, no a uno ni al otro.

En este contexto, quien tiene más poder, o el que está gobernando, teniendo todos los controles del erario, debe mostrar las mayores y mejores intenciones; humildad, porque de lo contrario, seguirán algunos por sus propios intereses, vociferando y minando el terreno de unas estructuras leonelistas que no tienen de otra que no sea echar el pleito en el terreno político donde inclusive, digan o quieran hasta sus compañeros y hermanos políticos.

En conclusión, primero, ¿quiénes deben empujar para la unidad?, todos los peledeístas con sentido de la historia y que les importe de verdad el destino de su partido. El cómo propiciar la mencionada unidad, existen dos responsables y hay que ponerlos en orden alfabético o numérico; A o número uno; el presidente Danilo Medina; B o en segundo lugar; el expresidente Leonel Fernández.

¡Más claro de ahí, ni el agua!!!

 

Autor: José Núñez

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