La manifestación, cuyo objetivo era protestar por la brutalidad policial acontecida para dispersar anteriores marchas, transcurrió de manera pacífica. Solo al final de la tarde un centenar de personas se concentraron frente a una comisaría en Mong Kok y lanzaron huevos y otros objetos a los antidisturbios allí desplegados.
Sin embargo, en apenas una hora la situación se resolvió sin mayores problemas.
En un comunicado remitido a los medios de comunicación a última hora de la noche, el Gobierno de Hong Kong indicó que la manifestación «fue pacífica en general» y aseguró que «el Ejecutivo empezará un diálogo sincero con el público cuando todo se haya calmado».
El Frente Civil de Derechos Humanos ya ha solicitado autorización para otra manifestación el próximo 31 de agosto.
Las protestas en Hong Kong comenzaron en marzo frente a la iniciativa de las autoridades locales de promulgar una ley de extradición que, según sus opositores, podría servir para que disidentes políticos y sectores críticos con el régimen comunista fueran llevados a China para ser juzgados sin garantías.
Bajo la fórmula «Un país, dos sistemas», Pekín se comprometió a mantener la autonomía de Hong Kong y a respetar una serie de libertades de las que no gozan los ciudadanos de la China continental hasta 2047, tras recuperar la soberanía del territorio de manos británicas en 1997.
Las manifestaciones movilizaron a cientos de miles de personas a partir de junio y han estado acompañadas de represión policial para aplacar los intentos de los manifestantes de afectar el curso normal de la ciudad con huelgas y ocupaciones de edificios oficiales, comisarías, estaciones de metro o el aeropuerto.
A pesar de que la polémica propuesta de ley de extradición fue declarada «muerta» por las autoridades hongkonesas a principios de julio, los manifestantes han planteado una serie de demandas al Gobierno local para mejorar los mecanismos democráticos de la ciudad y, en definitiva, oponerse al autoritarismo chino.
Pekín asegura que detrás de las protestas existe una «mano negra», y apunta con frecuencia a Estados Unidos como responsable.