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23 de abril 2024
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

La UASD debe Manejarse ella Misma

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El autor de este artículo no lo escribe en primera persona. Es la UASD una corporación capaz de administrarse y gobernarse sin el auxilio de nadie; puede ella misma administrar su nómina y sanearla, sus gastos corrientes, hacer ellas sus auditorías y rendir informes al gobierno central, elegir sus autoridades en cada período según lo reglamentado (lo establecido institucionalmente), administrar su planta física, administrar su oferta curricular, revisar sus reglamentos (estatuto orgánico), manejar sus relaciones públicas adecuadamente, darle apoyo al gobierno central en materia de investigación científica, producción de conocimiento en ciencias básicas, producción e innovación tecnológica, establecer nexos con universidades locales y extranjeras para la producción del conocimiento científico y equivalencia de asignaturas, sancionar a estudiantes, profesores y empleados por faltas graves o cuando no cumplen con sus roles correctamente y con calidad,  coordinar las labores de extensión universitaria en las comunidades del país y poner el orden en sus recintos sin llegar a la intolerancia de la protesta justa que no implique actos de vandalismo. Todo esto lo puede sin la necesidad de ser asesorada o auxiliada por nadie.

Ahora bien, que no espere el gobierno central que la UASD le entregue a la entidad del Estado que recibe el impuesto sobre la renta,  los  descuentos que hace a los servidores por tal concepto, ya que es evidente que sin retener ese descuento la Primada de América no sobreviviera, porque el gobierno central no le ha entregado nunca la asignación presupuestaria que necesita. Al pan pan y al vino vino. El gobierno no ha sido justo con la UASD, ha violado sus propias leyes, como la del 5 % durante muchos años.

Pero hay algo más, todas las universidades occidentales que surgieron desde la Baja Edad Media,  han funcionado como corporaciones autónomas, no como quizá pueda entenderse la autonomía y fuero de la UASD, que la entendemos como autónoma porque siendo estatal no es intervenida por el gobierno central que le pasa una subvención. Esas universidades, catedralicias o municipales, no dependían para sostenerse y administrarse de las autoridades gubernamentales, si no de las corporaciones municipales (los concejos edilicios) o de las iglesias. Un ejemplo de una de las que en principio se regía por la iglesia fue la Universidad de París y otro lo es la Universidad de Lovaina en Bélgica.

Resulta hasta capcioso que pretendamos que un conflicto interno de la UASD  llevarlo a lo externo, ¿Para qué tiene la UASD que recurrir al Tribunal Constitucional? Acaso no tiene un órgano que es el Consejo Universitario, en el cual puede interpelar a cualquier universitario. El señor rector debe rectificar su conducta y no dar declaraciones temerarias, porque podríamos aparecer ante la opinión pública como que no podemos manejarnos nosotros mismos,  y no es así. Sí podemos conducir la Academia por el derrotero correcto, como debe hacerlo toda entidad de educación superior y más si es estatal y autónoma, porque por tal razón debemos responder al interés nacional más amplio posible. No podemos responder al interés de un grupo particular y tenemos que autogobernarnos adecuadamente como modelo de universidad occidental.

El señor rector debe llamar a diálogo y no echar más leña en la pira porque no hay chivos para la expiación. Los entuertos en su gestión ya no podrán ser enderezados en tan poco tiempo, porque él se olvidó de que el legado más importante que él podía dejar, concluida su gestión, era la de un ejemplo de buena administración con el saneamiento de la nómina que Mateo Febrillet dejó abultada y con la revisión de todos los reglamentos que fueron modificados en tiempos del asesinado rector y en años recientes, pues además Mateo dejó un desastre institucional. El Rector en su postrimería busca hablar de conflictos, dando muestras de que no tiene destrezas en el manejo de estos, debería dar muestra en los días que le quedan para concluir su gestión de todo lo contrario a esto, pero tiene en contra el tiempo que es insuficiente.

Una cosa debe quedarle claro a la máxima autoridad de la UASD. La autoridad no es lo mismo que el poder: la autoridad es moral y emana de la voluntad, es delegada por otros; el poder es material y se basa en la fuerza, no depende de la voluntad, como lo señala el ex-presidente de Ecuador Rodrigo Borja, en su obra: Enciclopedia Política. No colide éste con Max Weber, quien en el libro Economía y Sociedad define el poder como: “la probabilidad de imponer la propia voluntad en una relación social, aun contra toda resistencia y sean cuales los fundamentos de esa probabilidad”. No,  la UASD debe ser dirigida en base a la autoridad y no en base a la fuerza. La UASD es y debe ser ejemplo de lo que es una verdadera democracia, porque la universidad es una entidad donde debe imperar la razón, porque en ella se cuece el conocimiento. Poder y autoridad deben combinarse, alternarse en una gestión, para los encapuchados usted ha debido hacer uso la fuerza con departamento de seguridad, ejercer el poder; en los conflictos laborales con FAPROUASD y ASODEMU usted y el Consejo Universitario deben ejercer la autoridad, llamando al diálogo y buscando soluciones racionales.

La máxima autoridad de la Universidad Autónoma de Santo Domingo puede estar segura de que muchos de los que votaron en su favor, hoy no están de acuerdo con ese discurso que llega a la diatriba innecesaria, que no debe ser nunca propia de la máxima autoridad de una academia, y hoy están sorprendidos porque no esperaban esas reacciones de él. Auguraban que él sería una personalidad emblemática capaz de dirigir bien a la Universidad, pero más bien lo que se ha visto es que ha querido dar continuidad a los desmanes de la anterior gestión y complacer a algunos seguidores que buscan pequeñas canonjías.

A la UASD se le puede comparar con un Estado en miniatura, es decir, como una pequeña sociedad política. Pero ese Estado en miniatura debe ser manejado democráticamente.

Como dijo Carlos Marx, en su discurso ante la tumba de los combatientes de junio de 1848 en Francia: La mejor forma de Estado no es aquella donde las contradicciones sociales son comprimidas, eliminadas artificialmente (aparentemente), la mejor forma de Estado es aquella donde las contradicciones sociales chocan libremente y hallan su solución.      

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