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19 de abril 2024
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OpiniónLing AlmánzarLing Almánzar

La tercera dosis o el embrollo de las vacunas

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Para mí es absurdo y descabellado pretender aplicar una tercera dosis contra el covid tan solo un mes después de la segunda y con una vacuna distinta a las ya aplicadas. El anuncio oficial me ha dejado atónito y perplejo: aún no puedo digerir tamaño despropósito.

En todo ello percibo algo más que un insistente afán de sanidad pública. Aclaro que aplaudo la vacunación masiva para la normalización, y reconozco de paso que la gente está harta de la situación. El rechazo más estridente al toque de queda son los ‘teteos’, esos gritos escandalosos de libertad barrial. Sin embargo, veo cosas y actuaciones extrañas y aparentemente inexplicables.

No es difícil desmontar la maltrecha retórica oficial. Según las autoridades, una tercera porción es necesaria como refuerzo a las dos primeras. Eso luce inútil. Las dos vacunas se administran para completar un blindaje orgánico contra el virus, logrando así la inmunidad requerida y que el sistema inmunológico se robustezca para enfrentar al agente viral. Esa inmunidad -se supone- dura -o debería durar- unos seis meses por lo menos. ¿Por qué el afán de poner una tercera solo un mes después? Si se necesitara una tercera sería porque las dos primeras no son eficaces para contener el virus. Si ese fuera el caso sería legítimo preguntar: ¿Por qué el afán de comprar tantas dosis inútiles e ineficaces?

Otra cuestión es por qué tiene que ser una vacuna diferente a las inoculadas. Las fórmulas antivirales que se administran por inyección son similares en su composición química, puesto que van dirigidas a combatir el mismo virus con su mismo ARN. (El covid no tiene ADN.) Pero difieren en algo porque cada una brinda un nivel distinto de efectividad antiviral. Así, la Pfizer ofrece un 95 por ciento de inmunización, y la AstraZeneca y la Sinovac -la mayormente aplicada en el país- suponen una protección menor. Esto demuestra la diferencia inmunológica entre una y otra. Por ello aventuro que un ‘choque’ de sueros podría producir una sobredosis de vacuna. Tres dosis en el corto tiempo de dos meses -a menos de una por mes- son harto excesivas, considerando sobre todo los efectos secundarios que reportan con frecuencia. Además, las dos dosis de Pfizer se aplican con menos de un mes de diferencia: el tiempo entre una y otra suele ser de 20 días, puesto que su fecha de caducidad es más rápida que otros fármacos.

Hay más cosas que decir. Asombra -y eriza- a la atención pública que hablen de un tercer puyón justo cuando están pidiendo la prolongación por 45 días más del estado de emergencia. Es aún más sospechoso -y escandaloso- que hicieran la solicitud 20 días antes de finalizar el actual estado de excepción. Ese pedido casi siempre se tramita unos pocos días antes de culminar la vigencia. Es nítido, pues, que el Gobierno quiere justificar un nuevo y tedioso estado de emergencia alegando la necesidad de una tercera dosis de vacuna. Además, las autoridades perciben y reconocen el hastío colectivo que han sembrado las restricciones. Es sencillo de decir: la gente está harta. Por ello el régimen persigue dos cometidos: por un lado, justificar 45 días más, con todo y toque de queda; y, por otro, provocar que se festine la aprobación de la solicitud, mucho antes de caducar lo vigente. Así, se mantendría la urgencia de seguir vacunando masivamente a la población.

Ahora quiero volver al escandaloso tema de las vacunas. En principio se anunció que serían vacunados 7.8 millones de dominicanos. Después se informó que el plan Vacúnate RD incluiría también a los menores de entre 12 y 17 años, lo cual ampliaría a su vez el total de vacunables. ¿Cuántos miles de adolescentes en ese rango de edad hay en el país? Si fuera un millón la población vacunable ya no sería 7.8 sino 8.8 millones. Como cada persona amerita dos dosis, se requerirían 17.6 millones de porciones para ser aplicadas. Esa cifra es muy inferior a los más de 21 millones de dosis ya contratadas por el Gobierno. Ahora se entiende por qué el afán de aplicar una tercera dosis con tanta premura y a pesar de que no hay estudios sólidos al respecto. Las autoridades están forzando demasiado.

No es difícil prever el desenlace. Pienso que al final, en diciembre, al Gobierno le sobrarán millones de dosis. ¿Qué hará con tamaño sobrante? (¿Regalarlas o venderlas?) El mismo Abinader anunció que llegarán 7 millones de porciones en julio. Se supone que no serán de la Pfizer pues esa farmacéutica solo está enviando un poco más de 200 mil cada semana. Así, se espera que en julio arriben unas 800 mil y tantas de Pfizer. ¿Los 7 millones serán Sinovac o AstraZeneca?

El embrollo es mayor de lo que se ve. «Algo hay podrido en el Estado de Dinamarca», dice una versión del Hamlet de Shakespeare. Otra versión trae una ligera variante: «Algo huele mal en Dinamarca». Descubro un afán mayor detrás de estas cosas tan escandalosas. Creo que el Gobierno está forzando demasiado.-

 

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