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19 de abril 2024
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OpiniónJosé Pérez MéndezJosé Pérez Méndez

La sospecha del Movimiento Verde

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El surgimiento del movimiento social autodenominado como los verdes, abrió una serie de conjeturas ya que no se había visto desde hace muchos años un movimiento social de tales características. Parecía una maravilla del siglo XXI producto de la caída de los viejos paradigmas y el surgimiento de los nuevos micro poderes sociales.

Al ser un movimiento compuesto mayormente por jóvenes de la clase media para arriba, esto llamó la atención, ya que esa clase no es muy dada a la protesta ni a la lucha política organizada, a menos que su propia existencia sea puesta en peligro por el gobierno o por las crisis económicas que a veces surgen en nuestros países.

El transcurrir de los días, las semanas y los meses han dado más luz acerca de la naturaleza de este movimiento social, especialmente con la participación conjunta de líderes políticos en sus marchas y eventos realizados, muchos de ellos señalados como corruptos, y algunos que incluso están libres gracias a la impunidad, contra la que ellos mismos protestan.

Lo que se ha ido declarando es que fuerzas ocultas promueven un gran movimiento de oposición al gobierno y al PLD con los fines aparentes de presionar una política más agresiva de persecución a la corrupción que ponga fin a la impunidad en la República Dominicana.

Las últimas informaciones ofrecidas por los organismos de seguridad del estado y por el Ministerio de Interior y Policía, revelan que detrás del movimiento de los verdes se oculta un plan desestabilizador contra el gobierno actual; siendo la principal evidencia el discurso pronunciado por un sacerdote en la marcha verde de San Francisco de Macorís el fin de semana pasado.

El gobierno y la justicia han estado dando respuestas claras de que se está dispuesto a combatir y a perseguir la corrupción administrativa, pero para el liderazgo del movimiento verde esas acciones no significan nada, por lo que piensan llevar sus acciones de la protesta cívica a la rebeldía y la desobediencia.

En un sistema democrático la protesta está permitida por las leyes pero cuando estas pasan a la conspiración las mismas leyes establecen cuáles son las consecuencias, de manera que si los verdes hacen el crossover equivocado tienen que saber que tendrán que enfrentar las consecuencias de la ley.

Yo particularmente, no creo que los jóvenes que participan en las marchas tengan fines más allá de lo que se dice que quieren, pero es posible que los pensadores del movimiento estén comprometidos para llegar más allá de la simple protesta cívica.

Sería bueno que los jóvenes que participan en el movimiento verde empiecen a tener reserva en lo que hacen y en lo que se les pida que hagan, ya que la situación que se vive en República Dominicana no amerita que se llegue a la violencia y la rebeldía como han estado diciendo los conductores de dicho movimiento.

El segmento social que participa en el movimiento verde no es dado a la violencia, por lo que si sus organizadores intentan cruzar la línea de lo netamente cívico lo más probable es que se queden solos porque esos jóvenes no va coger macana ni bombazos porque otros lo quieran.

Sería una pena que un movimiento tan cívico y bien justificado, que ha asumido el color verde de la naturaleza, se convierta en un movimiento violento que quede grabado en la memoria de los dominicanos como una Mancha Verde Indeleble, por la actitud irresponsable de gente que no sabe lo que quiere o que actúan por representación de otros que tienen fines perversos.

 

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