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20 de abril 2024
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OpiniónRafael Alfredo Marcano GuzmánRafael Alfredo Marcano Guzmán

La sociedad perpleja

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Para nadie es un secreto que vivimos en un mundo cambiante, donde las sociedades, a diferencia de antes, pueden sufrir transformaciones profundas en cuestión de días, horas o minutos. Un atentado terrorista, alguna crisis económica o una catástrofe natural, son solo algunas de las potenciales causas  que harían posible de que el mundo en que amanecimos hoy  no sea necesariamente el mundo de mañana.

Poco a poco y sin percatarse, nuestra sociedad ha entrado en un estado de total indiferencia ante un sinnúmero de problemas que nos afectan diariamente y que van deteriorando nuestra calidad de vida. Inseguridad ciudadana, narcotráfico, violencia de género, corrupción, hambre, daño medioambiental, violación a los derechos humanos, entre muchos otros, son problemas conocidos y que nos van ganando la batalla sin que aparentemente hagamos todo lo que está a nuestro alcance.

Ante tal realidad, los seres humanos hemos perdido la fe en nuestro futuro. Nuestra decepción y  pesimismo han dejado de afectarnos ante situaciones aisladas para generar un sentimiento de inconformidad generalizado. Ya no creemos en nadie, ni en nada.

Hemos puesto en tela de juicio nuestro sistema judicial, partidos políticos, instituciones civiles, religiosas y hasta a nuestras fuerzas militares. Aparentemente ninguna institución en la actualidad se escapa a este mal, siendo muy pocos los casos de instituciones que generen confianza en la sociedad.

Existe un sentimiento colectivo de que nuestros males son consecuencia del mal funcionamiento de estas instituciones. Vivimos en un tiempo donde los intereses colectivos pesan menos que los intereses particulares. Un tiempo donde los intereses económicos han derrotado, y con mucha ventaja, a los intereses humanos.

Como sociedad global hemos permitido que estos males se acentúen y sigan marcando nuestro destino. Hemos permitido que la brecha entre ricos y pobres crezca con el pasar de los días. Hemos permitido guerras injustas. Hemos permitido golpes de estados en nombre de una supuesta democracia. Hemos permitido democracias, que son todo, menos democracia.

¿Seremos capaces de cambiar esta realidad?

Cambiar el estado actual del mundo en que vivimos no depende de una persona en particular, depende de todo el colectivo humano; más vale destacar, que ese cambio colectivo llegará con la sumatoria de cambios particulares realizados en cada persona.

Es tiempo de exigir, de denunciar, de trabajar. Es tiempo de participar; tiempo de castigar al malo; tiempo de premiar al bueno. Es tiempo de involucrarnos en la búsqueda de soluciones. Tiempo de ocupar los espacios desde donde es posible generar los cambios que buscamos. Es tiempo de reconocernos imperfectos sin que esto nos aparte del camino hacia la perfección.

Dejemos la perplejidad, pongámonos en acción.

Por Rafael Alfredo Marcano Guzmán

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