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19 de abril 2024
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OpiniónJosé Santana GuzmánJosé Santana Guzmán

La sangre de Tulio Manuel Cestero, un clásico maravilloso de la literatura dominicana

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Cuando se habla del género narrativo en la República Dominicana, es indudable que hay que referirse casi de manera obligatoria a la novela La sangre, de la autoría de Tulio Manuel Cestero, la cual fue publicada hacia el año 1914. El autor, quien nació en la provincia San Cristóbal, un 10 de julio de 1877, fue educado en ambiente culto, lo cual le permitió talvez, tener contacto con el mundo de la lectura de obras literarias y lograr un renombre en toda América. Además, Cestero fue un gran político, llegando a ocupar cargos importantes en el Gobierno de Horacio Vázquez.

La novela La sangre: una vida bajo la tiranía de Lilís, tal y como su título refiere, trata sobre la vida que vivió el pueblo dominicano durante la tiranía del general Ulises Heureaux, popularmente conocido como Lilís, el cual gobernó al país por varios períodos, primero, desde el 1 de septiembre 1882 hasta el 1 de septiembre de 1884, y desde el 6 de enero de 1887 hasta el 26 de julio de 1899. Por tanto, es probable que el autor haya querido plasmar en la obra su indignación por la férrea represión que vivió el pueblo para la época, y una muestra de ello la encontramos en el inicio de la obra, el cual comienza describiendo no solo los apresamientos contra los opositores al régimen, sino, además, la vida en las cárceles del país para la época. Algo que, si analizamos detenidamente, 135 años después veremos que no ha variado mucho esta realidad penitenciaria en nuestro país.

La sangre de Tulio Manuel Cestero, además de los aspectos ya señalados, también logra reflejar semblantes del ambiente urbano y de las tribulaciones político-sociales, que se dieron durante los gobiernos de Lilís. Por tanto, vamos a tener en ella una obra maestra de la literatura dominicana, que trascenderá los límites locales, para colocarse como uno de los primeros textos literarios que conforman el canon de las letras criolla de todos los tiempos. Asimismo, otra evidencia la encontramos en las opiniones favorables vertidas en su momento por algunos eruditos de la narrativa internacional, como es el caso de Pedro Henríquez Ureña (PHU), quien en su libro titulado Historia de la Cultura en la América Hispana, llega a comparar a Cestero con luminarias de renombre. Además de PHU, también han emitido juicios favorables sobre la obra y su autor, según se hace constar en la introducción de la obra, Maximiliano Grillo, Federico Henríquez y Carvajal, Manuel de Jesús Goico, Federico García Godoy, Américo Lugo, Max Henríquez Ureña, entre otras figuras no menos importantes del mundo de la literatura.

La sangre se sitúa en un contexto histórico, –como ya hemos adelantado– en el que un dictador –Lilís– impone su fuerza a través de la sangre, lo que indudablemente constituye la relación del título con el contenido de la obra. Asimismo, en lo que concierne a los personajes, en La sangre tenemos a unos personajes muy bien logrados, lo que demuestra la capacidad narrativa del autor, el cual maneja muy bien la técnica del diálogo, el fluir de la conciencia y, por supuesto, la descripción. El ambiente se sitúa tanto en una cárcel como en la ciudad de Santo Domingo, la cual metafórica y poéticamente el autor describe de una manera majestuosa:

“El sol, por detrás de aquellas ruinas, incendia el cielo, y las paredes dentadas semejan enorme parrilla. Bajo las bóvedas abatidas reposa don Bartolomé Colón, mientras que, en el umbral, para ser hollado por cuantos pasaren, yace Alonzo de Ojeda. El de voluntad demiúrgica. En un balcón, una doncella espera el amor que la hará fecunda. A través de los árboles, descuellan, entre los tejados planos de las casas y se admiran San Nicolás, con la higuera bravía arraigada en la cúpula como un penacho, y la torre cuadrada de la Merced. La Catedral se adivina: ella es la materialización de un sueño. Durante veinte y seis años, españoles, indios y negros, la edificaron sillar a sillar, juntándolos con dolores y esperanzas…” (La sangre, págs. 210 y 211).

La sangre se convirtió en una de las obras capitales de la narrativa dominicana. Su corte histórico, además de sus aspectos sociales y políticos, demuestran o describen los conflictos de la época de forma magistral. Además de lo antes expuesto, en La sangre, el sujeto autor también trata otros temas, como la venganza, el despilfarro del erario, la inestabilidad social, la bancarrota, la pobreza, entre otros males que azotaron la República Dominicana en ese contexto histórico.

Finalmente, es bueno señalar que, algunos críticos consideran que La sangre de Tulio Manuel Cesteros es una de las obras capitales de la literatura dominicana. Sin embargo, aseguran que, aunque en su momento esta obra fue muy leída y debatida, en la actualidad se encuentra sumergida en el olvido.

Por José Santana-Guzmán

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