¨Una de estas áreas de desarrollo es la denominada economía naranja, es decir, el conjunto de actividades que de manera encadenada permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios, y cuyo valor puede estar basado en la propiedad intelectual, según la definición del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)¨.
La economía naranja o creativa, es impulsora del crecimiento y desarrollo económico a través de la creación de valor y sistemas de innovación en sectores vitales que inciden en el desarrollo humano. La economía naranja aporta miles de puestos de trabajos y su aporte al PIB representa un 1.5 % según la Cuenta Satélite de Cultura (CSC) establecida por el Banco Central, la cual anota que en 2014 la contribución de los ocupados en las actividades vinculadas a la cultura dentro de la población ocupada total, se situó en 12.5 %, al registrar un total de 468, 324 ocupados en dichas actividades.
El recién electo presidente de Colombia, Iván Duque, ha sido de los grandes exponentes de la economía naranja, teniéndola como eje transversal de su programa de gobierno. Colombia ha sido transformada a través de la inversión en la cultura. Los dos gobiernos de Álvaro Uribe Vélez y el de Juan Manuel Santos, prestaron la debida atención a la cultura. En el año 2002 el presupuesto del Estado en cultura era de tan solo US$ $3,4 millones y al finalizar el período presidencial de Uribe, el total de inversión en el sector cultural ascendió a US$ 30 millones, es decir, casi diez veces más. Luego, el presidente Juan Manuel Santos impulsó aún con más fuerza la inversión en cultura, y para el año 2017 ya Colombia había invertido en proyectos culturales la suma de US$ 107 millones. El gobierno de Colombia asignó a cultura durante el período gubernamental de Santos, la suma de US$ 866 millones, incluyendo cooperación internacional y los fondos recolectados del IVA a telefonía nacional.
En otro orden de ideas, la economía naranja está compuesta por dos segmentos, a saber:
1) la economía cultural y las industrias creativas, en cuya confluencia se localizan las industrias culturales convencionales;
2) Y las áreas de sustento para la creatividad.
Yo le agregaría un tercer segmento, el sustento al desarrollo cualitativo de las comunidades, en este particular, me refiero a cómo los programas cultures evitan pérdidas cuantiosas en el desenvolvimiento de las actividades humanas. Un ejemplo de ellos son los Programas Culturales de mejoramiento de la calidad del ciudadano que intervienen en áreas tales como: Educación vial, prevención violencia de género, cultura alimentaria, prevención de embarazos en adolescentes, prevención del consumo de sustancia prohibidas, entre otros.
Otros de los grandes aportes de la economía naranja es el emprendimiento, uno de los sectores transversales de la economía actual. En nuestro país, hemos visto gestarse cada vez con más vigor un acontecimiento de generación de emprendedores, que han apostado a crear valor que favorece de manera certera al desarrollo económico. Hoy en día, los emprendedores transforman los modelos con empresas que ofrecen servicios oportunos y de calidad. Como establece Michelle Pérez Kenderish:
¨Latinoamérica y el Caribe es una región creativa llena de talento e imaginación. Incluso nos aventuramos a decir que estos son sus activos más valiosos. Sus industrias creativas y culturales deben ser capaces de competir en los mercados globales, generar empleos, resaltar el patrimonio y la identidad cultural de sus pueblos y mejorar la calidad de vida de su gente. ¨
Por medio de la economía naranja se busca el desarrollo económico y social, sostenible e integral, que impacte de manera dramática las dimensiones fundamentales del desarrollo humano, que se pueden traducir en una disminución sustancial de los feminicidios, accidentes de tránsitos, adolescentes embarazadas y desnutrición infantil.
POR JOSÉ EDUARDO BOGAERT H.