Nuestro embajador ante la UNESCO, Andrés L. Mateo, ha recurrido a la poesía para un grito a la paz. Y no ha tenido de otra, pues es su única arma en su arsenal contra las señales de exterminio de la condición humana.
Su valiente discurso advirtiendo el peligro a que nos exponen los que no tienen más sentido que la guerra como signo de poder. Un grito contra la insensatez y la incomprensión.
El conflicto ruso-ucraniano no es más que eso.
El poeta reforzó su arsenal apelando a otro poeta, Mario Benedetti, para juntos lanzar palabras contra las bombas nucleares.
Es válido y oportuno su discurso, pues como dijo el malogrado presidente John F. Kennedy en una guerra nuclear los vivos envidiarán a los muertos.