Las razones son muchas, pero lo cierto es que no hemos podido ponernos de acuerdo con el tema de la reelección presidencial. Ha sido un tormento histórico que no hemos podido resolver para sosegar el ambiente político nacional. Cada grupo que ejerce el poder tiene como meta final continuar.
Los momentos en que la hemos impedido han sido casuales, han obedecido a coyunturas muy específicas. El primer problema que tenemos es la falta de hábitos para cumplir la ley y nuestra cultura de estar siempre dispuestos a buscarle la vuelta cuando lo creemos conveniente.
Así el país no hace crisis por la violación de las normas, y más bien celebramos nuestras habilitadas para deshacernos de ellas.
No hay nada nuevo.