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24 de abril 2024
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

La “muleta” que el hombre siempre necesita: una MUJER

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Todo varón nace de una hembra. Esa lo identifica después hasta por la respiración. Nadie conoce los hijos, mejor que las madres que los traen al mundo.

La dependencia emocional con respecto a las progenitoras se hace siempre imprescindible, y la misma se torna traslativa después hasta quienes se espera les sustituirán, las MUJERES compañeras durante las corrientes de vida a cursar por los hombres, que son  en verdad las “arquitectas” de las tribus sanguíneas directas, necesarias, a conformar.

El soporte femenino para todo varón nunca debe faltar, y no aceptar su imprescindibilidad concursante, denota una tozudez egotista, que más temprano que tarde, acarrea situaciones vivenciales de las cuales se habrán de derivar efectos dañosos en los diferentes órdenes.

Al igual que, “detrás de todo hombre que se destaca y triunfa siempre hay una MUJER”, como reza una expresión popular, aunque en buena lid cabría agregarle, cuando ocurre lo contrario, o la que está es una seudo mujer, los diferendos en los comportamientos observados por el varón, actitudes, y los progresos que se obtienen, se notan a distancia. ¡Ese consiguió una buena MUJER!, es lo que de ordinario se escucha. MUJER, la que en verdad lo es; conocedora de sus deberes y responsabilidades, que honra siempre con abnegación.

Es muy probable que muchos no estén de acuerdo con el parecer expuesto, como es posible que también se produzcan las excepciones, como en todo. Ahora, precedentes de fracasos, desorientaciones, y hasta serios quebrantos de salud, por falta de ese soporte natural, la media naranja, están siempre a la vista, por más que se les quiera atribuir a otras razones.

Solamente, aquellos predestinados, prohombres, que vienen al mundo con una misión especial específica, pueden triunfar prescindiendo de una MUJER a su lado; de ese equilibrio físico y emocional que manda la propia Naturaleza.

Y es que, esos tienen la virtud de poder manejarse solos, por estar incluida la condición dentro del prediseño de la corriente de vida otorgada. Así evitan la distribución de responsabilidades, en lo concerniente a la creación de familias, que puedan entorpecer el desarrollo de la misión terrenal asignada.

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