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23 de abril 2024
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OpiniónJacoba HasbunJacoba Hasbun

La moral un barco que zarpo… sin dejar rastros…

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La moral aterrada ante la  decadencia y ante el deterioro  indetenible, fugitiva quedo agonizante en la obscuridad sin poder detener la cangrena contagiosa  que en cada día se desvelan  en horrorosas ramificaciones como riendas interminables en las calles, en el hogar,  en los trabajos, en la sociedad, en las instituciones, no obstante los más obstinados, románticos para algunos, conservamos cierto celo protegido en nuestra imaginación,  nos resistimos a aceptar que se nos fue de las manos y de alguna manera pretendiendo ignorar  las grietas abiertas por la liviandad, nos aferramos a las conductas que elevan el espíritu y la mente,   después de todo, la imaginación poderosa logra restablecernos al perpetuar y renacer los valores y gracias a ese artificio renace la esperanza.

Hemos decidido iniciar este articulo puntualizando el cambio ético y moral ocurrido en los últimos años en la sociedad dominicana, el hambre de lucro inicuo se ha convertido en un brote de ambiciones desenfrenadas, se ha desarrollado la ilegalidad, la politiquería, y una decadente cultura familiar, institucional, educacional y social que ha dado al traste con la estructura decorosa construida por nuestros antepasados.  Un punto a enfatizar es el declive moralista de la mayoría de los representantes de la función pública, sobre todo en la manera alegre con que se puede infringir la ley sin ninguna consecuencia, revelada en acciones indebidas como sobornos, hurtos, manipulaciones, sobrevaloraciones, compra de conciencias, que nos confirman que actualmente existe una crisis de valores conductuales y culturales que ha alcanzado a lo político, lo social, lo diplomático, lo judicial, lo religioso, entre otros.

El colapso moral y deterioro de los principios familiares y sociales,  proviene de la convergencia de varios factores, entre estos, la falta de educación de hogar, el bajo nivel educativo,   la pobreza extrema, la falta de cárceles reformadoras,  la transculturación, la falta de oportunidades, entre otros,  este quiebre se revela en la sociedad en lo superficial, en la ambición desmedida, en la banalización de la cultura,  en la pérdida del pudor, en el morbo de las noticias tanto de los que la revelan como los que esperan con ansias que sean cada vez más aterradoras, en el gusto por la obscenidad en los videos, en el sadismo y la perversión del comportamiento humano, en  la preferencia de la crudeza y degeneración sexual de las películas, en los afanes sociales, en la ostentación de los bienes,   el exhibicionismo, el culto a la belleza estética,  la preferencia de una música infamante y decadente,  en la drogadicción, en la delincuencia,  en promover la indefinición de géneros, cuya meta es lograr una sociedad sin clases de sexos, implantando la indiferenciación sexual por medio de la deconstrucción del lenguaje. Estos comportamientos y preferencias señalan la decadencia social y moral de la sociedad en que vivimos y nos han   convertido en seres incapaces de reprobar y de protestar por todas las violaciones a las buenas costumbres y de los principios éticos, que conllevan a la descomposición social.

Es posible presagiar tiempos de decadencia cuando hábitos perniciosos se instalan en la estructura social sin ninguna orientación que los pueda revertir ¿Que ha perdido nuestra sociedad? En primer lugar, se ha perdido el ejemplo que transmitía la familia, el papel de formación ética y moral de las escuelas, la ruptura de los buenos hábitos adquiridos y el deterioro de los modelos sociales, estas rupturas en las directrices de los comportamientos han dejado a la sociedad vulnerable a la influencia pasiva del entorno, tanto como si fueran infecciones sanitarias. Los valores, no sólo son una cuestión personal, sino que repercuten de manera colectiva en la sociedad, esta es la razón por la que una crisis de valores a nivel personal se refleja en la sociedad en su conjunto. Mucho se habla hoy día de la ausencia de los más mínimos valores de convivencia humana en nuestra sociedad, pero lo importante aquí es saber que estamos haciendo para evitarlo.  ¿Cuáles son los compromisos que como sociedad debemos asumir para minimizarla? Tenemos una cultura de corrupción y de violencia que ha calado en el subconsciente colectivo de la población y cambiar esa cultura no es tarea fácil, es como detener un volcán en erupción y pretender contener la emisión violenta de lavas sobre la superficie terrestre.

Ante el escenario de un drástico cambio cultural de las sociedades debido básicamente  a la revolución científica y tecnológica y a la universalización de Internet, podemos ver que se ha desplazado la genuina cultura por una cultura global donde se materializa el predominio de la imagen sobre las ideas y el sonido sobre la palabra, estamos ante un mundo de entretenimiento en el que la diversión tiene la primacía, un mundo en el que se banaliza la cultura, donde se ha sustituido la lectura por videos,  donde las estrellas de  cine, de la televisión y del deporte  tienen la influencia en los gustos y las costumbres que antes tenían los pensadores y teólogos. En la política, humoristas y cantantes han llegado a ocupar cargos importantes y esto debido a su presencia mediática, y han venido a desplazar el lugar había ocupado el intelectual. En un entorno así, es absolutamente necesario redefinir y volver a educar a la sociedad, empezando en la formación del hogar, puesto que parte del deterioro de la sociedad es a causa de que en las últimas décadas la familia ha sufrido importantes cambios, lo que generó nuevos modelos de relaciones familiares con nuevos estilos de vida, roles, cambios de contexto social y menos tiempo en familia.

Esto indudablemente ha contribuido a que muchas familias deleguen al colegio buena parte de la educación que ellos debieran proveerle, el compromiso de los padres en la educación de los hijos es fundamental para hacer de ellos personas de valor que aporten positivamente a la sociedad y el hogar siempre será el lugar donde se afirmen los valores, el lugar donde se fomenta y se estimula al estudio, a la formación de hábitos. No hay dudas de que la función y la misión de la familia, dentro de las sociedades es la renovación generacional que permite la preservación de los valores y principios, la creación de riqueza, el aumento de la productividad, el desarrollo de las instituciones políticas, sociales. El sabio Salomón dijo: “Instruye al niño en su camino; y aun cuando sea viejo no se apartará de él”, Proverbios 22:6

Dentro de los factores que han incidido notablemente en la descomposición social, tenemos que mencionar el sistema educativo, un ministerio que maneja enormes recursos y sin embargo no se refleja avances en ningún aspecto,  hay que sacudir ese ministerio, empezando por la  selección de los educadores que son el pilar de formación del futuro, es inaplazable que el docente esté capacitado para instruir, dando las herramientas para que los estudiantes encuentren, en este proceso,  su rol en la sociedad con todas las implicaciones en su vida personal, profesional  y nacional. Es sumamente importante que, además de una enseñanza de calidad que eleve el nivel educativo, es una necesidad rediseñar los pénsum pedagógico e introducir asignaturas donde se enaltezcan los valores culturales, recalcando el importe de las conductas morales y éticas, incentivar el amor y el respeto a los mayores,  enseñar normas de urbanidad y buenas costumbres, respeto y dignidad,  obediencia a los símbolos patrios, predicar el valor de la amistad, de la cooperación, de la justicia, de la equidad, de la confianza y de la tolerancia,  donde se formen  los políticos del mañana para que actúen con vocación de servicio y  hacer a la sociedad un baluarte y una defensora de las buenas costumbres y de una convivencia sana. solo así podemos rescatar y cambiar esta crisis de valores morales resquebrajados que estamos viviendo.

Otro aspecto relevante para detener el deterioro moral y cultural que nos afecta es preservar y fomentar las creencias religiosas cuyo aporte en el ideal del comportamiento humano es incuestionable, estas consiguen la articulación de una conciencia de aquello que nos falta y constituyen una de las referencias culturales más importantes de la humanidad y nadie podría cuestionar que son una fuente de sabiduría. Las religiones en la historia de la humanidad, han tenido un papel protagónico y esencial, puesto son determinantes en el comportamiento de la persona en su existencia en cuanto a lo político, económico y social. Por estas razones debería ser abordada desde la familia y la escuela para ser vivida y para que sea la protagonista en la consolidación de los valores espirituales, sociales, familiares y personales.  De ahí la importancia que la educación no deje de lado la formación religiosa y que esta sea parte del sistema educativo integral a la que todo ser humano tiene derecho, puesto que ello significa el reconocimiento de sí mismo y de ser persona y le ayudan a no caer en el relativismo moral que están viviendo las sociedades, culturas tomadas por el consumismo, la mercantilización de la vida, el facilismo y la corrupción. Cito una frase de Vargas Llosa, ¨el ser humano en su generalidad no puede prescindir de la religión por la seguridad de trascendencia y el sosiego que ésta procura¨.

Las nuevas generaciones han asumido esta desvalorización  de manera indiferente e individualista, somos prácticamente una isla rodeada de personas ausentes, cada  vez menos integrados, con conductas llenas de egoísmo, violencia e indiferencia ante el prójimo, lentamente la sociedad se ha deshumanizado, convirtiéndose en robots presos por la tecnología dejando de lado el convivir cara a cara con sus semejantes, es muy común ver personas supuestamente compartiendo pero cada uno ensimismado en sus teléfonos celulares, nadie cuestiona que  la pérdida del dialogo ha contribuido al desarrollo del egoísmo, la apetencia, la codicia, la ingratitud, dejando de lado el altruismo y la solidaridad. A medida que avanzamos de generación en generación vemos como los valores han perdido importe dentro de las sociedades, vemos con preocupación, como una gran mayoría de los padres han relegado sus roles y se han montado en la ola de la frivolidad, es notorio  el valor que le damos a asuntos tan superfluos como la moda, la vanidad, el status, la presencia en las redes sociales, todo esto juega un papel protagónico en la crisis social por la que atraviesa el mundo entero y en especial nuestro país.

La cruda realidad es que la pérdida moral en nuestro país es un elefante dormido que no suscita mucha preocupación en la población, en general nadie cuestiona que el  surgimiento de los antivalores están vinculados con las carencias del país, tanto en materia económica, familiar, educativa, social, cultural, religiosa y política, pero lo realmente preocupante es que una buena parte de la personas no le ven sentido a  frenar el colapso cultural y moral que estamos viviendo y que nos está arrastrando a una espiral sin límite cada vez más profunda y  el principal problema, es que nos hemos acostumbrado a ese estilo de vida que no lo vemos como problema. Hoy en día las personas han dejado de preocuparse por las cualidades de valor para el hombre, para prestarle importancia a los intereses y problemas individuales que aquejan a la sociedad dominicana en la actualidad. Es notorio el aumento de la violencia, el incremento en los índices delictivos, la lucha del poder por el poder mismo sin pensar en la sociedad, la manipulación de las masas humildes para obtener su voto, las promesas que  saben de antemano que serán incumplidas, son situaciones cada vez más comunes y no les importan las consecuencias que tienen sus actos sobre los otros, razón por la cual se impactan  todos los aspectos de la vida, tanto  personal, familiar, económico, escolar, institucional  como profesional, político y cultural.

. “Los lugares más oscuros del infierno están reservados para aquellos que mantienen su neutralidad en épocas de crisis moral”

Dark Brown



Por Jacoba Hasbún

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