Uno de los grandes “aportes” de la franquicia –otrora PTD– la Fuerza del Pueblo y sus líderes (Marino Vinicio Castillo –Vincho-, Leonel Fernández y su batería mediática de periodistas, jurisconsultos e interactivos de redes sociales) ha sido haber puesto de moda un fantasma-relato, ya superado, a través del condicionamiento perceptivo-mediático y el ego-herido que genera una derrota cuando no se transmuta adecuadamente y deviene, como es el caso, en excesiva victimización política-personal como estrategia electoral. Ese mérito “democrático”, les toca al ex presidente y sus periferias mediática –incluido, por conveniencia coyuntural, el PRM y su candidato-.
A veces, tipo como yo –que no puede ver solo la paja en el ojo ajeno- que he sido critico de mi propio partido –el PLD– sin dejar de mirar a la redonda, no deja de preguntarse: porqué se quiere insultar la inteligencia ajena, pues todos aquí sabemos que el relato-cuento del “fraude electoral”, de moda, ha sido puesto en escena por un único actor político –Leonel Fernández– que no ha podido demostrar ni una sola prueba del delirio fantasioso y ofuscado con que quiere arrastrar a todo un país porque, en su momento –las primarias abiertas del PLD-, ni siquiera una mesa impugnó. De modo que, el dichoso discurso del “fraude” que enarbola, empecinadamente, solo persigue justificar el pírrico posicionamiento electoral que, probablemente, logre su entelequia-franquicia post febrero-16 (por ello algunos de sus candidatos también aparecen en las boletas del PRSC-PRM).
Otro aspecto que llama la atención es que la oposición y sus alas mediáticas parecen bizca, a conveniencia, pues quieren amarrar al PLD y su candidato –El penco- dizque porque anda en las calles apoyando a los candidatos municipales –del PLD y aliados- que aspiran a ocupar esos poderes públicos; pero acaso, ¿en qué menesteres políticos-electorales andan Luis Abinader y Leonel Fernández? Lo repito, se quiere insultar la inteligencia de la gente.
Igual sucede, cuando hablamos de clientelismo y sus secuelas de delitos (compraventa de cedula, transfuguismo –tan de moda-, uso, no declarado, de recursos económicos, propaganda excesiva, etc.) que son practicas consuetudinarias o de costumbres de todos los partidos -¡sin excepción!-, ¿o no?
Por ello, a lo que debemos que aspirar, sin el chantaje del “fraude” ni solo ver la paja en el ojo del contrario, es a denunciar, con pruebas, esos delitos para que sean perseguidos y sancionados. Y si el interés es sincero, y no demagogia politiquera, que los partidos firmen un pacto donde se comprometan a no fomentarlos, financiarlos ni perpetrarlos. Solo así, veríamos el interés, no politiquero, de tan necesario consenso.
De todas formas, ya el dañó esta hecho….
Por Francisco S. Cruz