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23 de abril 2024
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OpiniónJosé Santana GuzmánJosé Santana Guzmán

La masculinización de la palabra desde las instituciones públicas en República Dominicana

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“La palabra se usa como proyectil para herir al otro en vez de ir a su encuentro.”

Por José Santana-Guzmán

La frase “masculinización de la palabra” se le atribuye al antropólogo y monje benedictino (Integrante de la Orden de San Benito) Lluís Duch. Con su tesis, Duch explica que se ha pervertido la palabra en un sentido expresivo. Considera que las palabras sirven para dibujar un mundo en el que cobijarnos, estructurándolo en una serie de posibilidades expresivas para constituir y decir las cosas, relacionarlas, enlazarlas, tendiendo puentes. Sin embargo, algunos autores consideran que este concepto puede ser una clave de interpretación en la época de eclosión (Brote, manifestación o aparición súbita de un movimiento cultural) de los feminismos. Lo cual necesariamente no sea cierto.

Con su tesis, argumentan otras teorías, Duch defendió las voces femeninas como instancia de renovación, de “flujo vital”. En tiempos convulsos, las voces femeninas podrían, desde sus biografías singulares, tratar esta perversión de la palabra a través de un lenguaje liberador que permitiera recuperar los lazos afectados y perdidos. En ese sentido, el investigador usó la expresión “masculinización de la palabra” para referirse al uso de un lenguaje que margina o anula la voz femenina. La palabra se usa como proyectil para herir al otro en vez de ir a su encuentro. (Estaciones del laberinto, 2004).

Sin embargo, aunque masculinización de la palabra significa un modo de utilizar el lenguaje para atacar la relación humana, considero, particularmente, que esta expresión también aplica o encaja en un fenómeno que se viene dando de forma recurrente en el discurso que se proyecta desde las instituciones públicas, específicamente, aunque, debemos reconocer que, además, lo podemos percibir en la publicidad, y en cualquier ámbito de la vida cotidiana. Por consiguiente, quiero apoyar mis afirmaciones, utilizando como modelo un reciente mensaje emanado de una institución pública muy influyente en la sociedad, lo cual refuerza de manera poderosa la tesis de Duch, aplicada al fenómeno en cuestión.

Para sustentar mi tesis, tal y como advertí en el párrafo anterior, voy a presentar una información de reciente publicación, contenida en un periódico de circulación nacional. Veamos:

“Defensor del Pueblo pone en funcionamiento Carta de Servicios al Ciudadano

“El Defensor del Pueblo, Pablo Ulloa, informó este martes que puso a disposición del pueblo dominicano la primera versión de la Carta de Servicios al Ciudadano, en la cual se expresa su intención de garantizar la calidad de los servicios prestados a los ciudadanos y a todas las personas en la República Dominicana.”

Comencemos analizando el concepto ciudadano, el cual, según la RAE, significa:  NOMBRE MASCULINO: Persona considerada como miembro activo de un Estado, titular de derechos políticos y sometido a sus leyes. De manera que esta misma definición bien aplica al femenino CIUDADANA.

Vista esta definición, ahora paso a desglosar de manera puntual, el contenido del mensaje citado. En ese sentido, vemos cómo la institución en cuestión, Defensoría del Pueblo (que debió acotarse en el titular, ya que se trata de la institución en ese enunciado), al redactar su discurso desde el mismo título, presenta una forma segregadora del sexo femenino en su discurso y, al mismo tiempo, en el cuerpo de la información, al tratar de ser inclusivo, lo que consiguen es caer en una especie de dicotomía discursiva, veamos:

“…Servicios al Ciudadano

”…servicios prestados a los ciudadanos y a todas las personas…”

Tal y como advertí acerca de esta dicotomía discursiva, la cual se evidencia de forma explícita, ya que no existe una relación lógica desde el punto de vista del uso del género gramatical entre el concepto “ciudadano” –explicado ya– y la frase “todas las personas”, debido, en gran medida, a que el concepto persona, a diferencia de ciudadano, sí engloba a ambos géneros, tal y como lo define la propia RAE: Persona: Hombre o mujer cuyo nombre se ignora o se omite. De tal suerte que, con esa afirmación se está presentando una diferencia que no existe entre ciudadano y persona, de ahí la dicotomía discursiva a la que hago alusión.

Por consiguiente, queda demostrado con este solo ejemplo que desde las instituciones públicas se promueve la masculinización de la palabra, y así como este simple ejemplo podemos encontrar una infinidad de este fenómeno, al cual se le presta poca atención desde los estudios modernos del discurso. Por consiguiente, lo adecuado en este caso debió haber sido:

Defensoría del Pueblo pone en funcionamiento Carta de Servicios a la Ciudadanía

El Defensor del Pueblo, Pablo Ulloa, informó este martes que puso a disposición del pueblo dominicano la primera versión de la Carta de Servicios a la Ciudadanía, en la cual se expresa su intención de garantizar la calidad de los servicios prestados a todas las personas en la República Dominicana.

Agradezco como cada semana la colaboración de las personas que de forma incondicional se empeñan en la mejora de estos discursos, especialmente al maestro Joaquín Colomé Reyes (el maestro Keuris).

 

Fuentes consultadas:

La masculinización de la palabra – Filosofía & co. (filco.es)

https://dle.rae.es/eclosi%C3%B3n

 

 

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