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23 de abril 2024
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OpiniónRolando RoblesRolando Robles

La marcha verde y sus tonalidades

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De acuerdo con los testigos oculares, la marcha de Santiago -que fue muy concurrida- evidenció que el color verde tiene muchas tonalidades. Don Julio Hazim sugirió en su programa Horas Extras, que la manifestación parecía un desfile militar, porque se notaban claramente los diferentes batallones.

El experimentado comunicador no usó esas palabras exactamente, pero subrayó que esta vez marcharon por separado. Dentro de la aparente unidad, insistió en hacer notar que hay diferencias entre el verde pistacho, el verde turquesa, el verde limón y el nuevo verde moderno.

Para el partido de gobierno, esos detalles no deberían ser motivo de preocupación. Al contrario, ese vario pinto quizás garantiza que no se pueda lograr la compactación deseada. El peligro real se presentaría si el PLD se equivoca y permite que la “marea verde” se le convierta en un tsunami.

Hasta ahora la prensa ha sido muy parca al momento de evaluar cuánta gente se congregó en Santiago. De hecho, no he leído ni oído ninguna apreciación sobre la cantidad de personas que asistió al llamado de los que luchan contra “la corrupción del PLD” y en contra de “la impunidad de los peledeístas”

La razón de este silencio sobre el número de participantes, es posible que tenga que ver con que en la movilización del pasado 22 de enero, luego de varias hipérboles de los organizadores y de los altoparlantes a su servicio, un técnico del propio movimiento de protesta estableció en unos 120,000 los asistentes al extraordinario desfile; con todo y las zancadillas que según ellos, les puso el gobierno.

En realidad la manifestación fue grandiosa, no importa cuántos hayan asistido al pasadía de Santiago. Y tampoco importa si fueron del país entero o si era solo gente del Cibao. De nada serviría tratar de minimizar lo que pasó el domingo en la Ciudad Corazón.

Hay dos motivos suficientes -cada uno de ellos se explica por sí solo- para no tratar de ridiculizar la batahola cetrina. El primero es que nadie le va a hacer caso al que se ponga de soquete a buscarle cinco patas al gato; fue mucha gente y ya está. Y el segundo es que aunque los hayan traído desde Pedernales, Limón del Yuna o Jimaní, ellos estaban allí, en las calles de Santiago.

Según los videos que han colgado en las redes y periódicos, se aprecia que sobre treinta cuadras se llenaron del color aceituna. A ojo de buen cubero, yo me atrevo a establecer en 150,000 los manifestantes que corearon las consignas con las que todos estamos de acuerdo, e incluyo a los que se quedan en el camino o sentados jugando dominó.

Los gobiernistas, que están mas asustados que un cangrejo cuando hay truenos, no tienen mucho que temer; por ahora. Todavía el agua no ha llegado al segundo piso, aunque en el primero ya no hay nada seco. Aún tienen chance de repensar el tema en cuestión y si es vedad que todos están de acuerdo con las demandas -como han dicho los peledeístas que hasta el momento han hablado- entonces, ¿por qué no participar en el próximo convite?

“Echarle agua al vino” no es una mala idea y de paso se cumpliría con dos encomiendas. Por un lado se le quita a la oposición la bandera de la exclusividad y por otro, se movilizaría el partido, que hace años que nada mas se mueve el día de las elecciones.

Ya Danilo tiró la primera piedra cuando afirmó que él también es “oriental” y que no le teme al color verde. Es asunto de organizarse y atreverse a compartir escenario. Lo único es que habría que formar su propio pelotón y que sea suficientemente grande, para evitar las agresiones.

Otra opción posible -si es que los peledeístas ya se “agallinaron” y le temen a la luchas callejeras- sería hacer su propia marcha contra la corrupción y el cese de la impunidad, pero “de todos”. No una contra marcha, como algunos querían al principio sino, una marcha paralela; que de paso apoye al Gobierno y demande que sean castigados los culpables; sean del grupo que sean y del partido fueren.

No hay nada que lo impida y sería una magnífica forma de secundar la iniciativa de Felucho, que parece ser el único peledeísta que se está dando cuenta de que los plátanos se están madurando y que no se podrá hacer el mofongo acostumbrado. La grasa de los chicharrones no combina con el dulce de los plátanos pintos.

Sin embargo, no todo es negrura en el horizonte del peledeísmo. Hay tonos grises. El color verde que se esparció por todo Santiago y lo va a hacer en todo el país, ahora mismo, no tiene posibilidad de convertir esos glaucos deseos, en votos contra el Gobierno en las elecciones del 2020.

Claro que si el PLD sigue de timorato y con su traje de astronauta -por inercia, tan solo por inercia- esa repulsa que hay contra la corrupción y la impunidad -que no es un traje hecho a la medida de ellos sino, que le sirve a todos y que es también una demanda de la base peledeísta- se pudiera trocar por un “todos contra el gobierno” y el pueblo -en consecuencia- elegiría a cualquier fulano. Basta y sobra con que sea de la oposición.

Finalmente debo reconocer que esto no es tan fácil, pero ya estamos casi acostumbrados a votar en “contra de” y no a “favor de”; aunque no se vea ahora mismo ese personaje que pueda encarnar las “apetencias” de toda la oposición. De tanto errar, los contrarios se atreven un día a acertar, como lo hace el que se saca la lotería, de pura suerte.

 

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