En los emblemáticos años de los 60s y los 70s del siglo pasado, se vivía una fiebre política, la que era protagonizada por la izquierda radical y otros grupos «progresistas» que se proclamaban «revolucionarios», pero no pretendían eliminar el sistema de democracia representativa, como sí querían los primeros, o sea, los radicales de la izquierda marxista leninista, cuyo fin era eliminar el capitalismo.
En aquel contexto de esos años de romanticismo revolucionario, se iba desarrollando una juventud la cual fue arropada por esa fiebre revolucionaria que la puso a soñar en grande con la construcción de una sociedad donde supuestamente no existiera la «explotación del hombre por el hombre», como así proclamaba la teoría marxista, que era consumida febrilmente en las lecturas clandestinas y en las universidades públicas, las cuales eran influenciadas por las organizaciones de izquierda.
Eran los años pos revolución cubana, la que había dado un impulso emocional que llenó de motivación y esperanza, principalmente a la juventud de la época, incentivando su participación en los acontecimientos políticos promovidos por el comunismo internacional que pretendía expandirse por todo el planeta luego de la revolución bolchevique protagonizada por Vladimir Lenin en 1917, y que trajo consigo la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS.
Jamás, esa juventud soñadora, que había forjado mentalmente un quimérico futuro pleno de justicia y progreso, iba a imaginar que esos líderes a los que idolatraban ciegamente caerían en la bajeza de formar parte de un esquema de delincuencia organizada, que es lo que vemos ha derivado hoy esa izquierda otrora idealizada por esa juventud llena de sueños que fue capaz de arriesgar su libertad e incluso sus vidas en aras de alcanzar la redención prometida por esos lobos vestidos de ovejas.
Las impactantes declaraciones de Alex Saab y Hugo «El pollo» Carbajal, ambos del entorno íntimo de Hugo Chávez, son casos emblemáticos que confirman lo expuesto en los párrafos anteriores; por lo que son dos fichas claves que servirán para poner al descubierto la perversa trama con características de delincuencia organizada orquestada por el castro-chavismo y la izquierda en general, para saquear las arcas de los países donde por desgracia lograron y lograrán hacerse con el poder.
Estas evidencias deben poner en alerta al mundo y principalmente a los votantes en los países democráticos para que no se dejen embaucar por estos malandrines disfrazados de políticos redentores, como fueron Fidel Castro y Hugo Chávez, y como son estos que aún están vivos y por lo tanto son un gran peligro y una amenaza: Rafael Correa, prófugo, Daniel Ortega, acusado de pedófilo, Evo Morales, Pablo Iglesias, Pedro Castillo, entre otros delincuentes autoproclamados «progresistas».
Por José Flández