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25 de abril 2024
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

La Inseguridad Ciudadana

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El Clima de inseguridad ciudadana que se vive en nuestro país es insoportable, pero parece no ser exclusivo de la República Dominicana. La situación de inseguridad ciudadana con los asesinatos, secuestros y asaltos a personas está también en los países del triángulo centroamericano de la muerte: Honduras, El Salvador y Guatemala; la situación es peor en México, donde las personas no tienen sosiego al abordar los autobuses, ya que son muy frecuentes los atracos a mano armada; en Brasil la delincuencia es muy grande, especialmente con los asesinatos de mujeres.

En muchos países desarrollados el crimen organizado ha tendido sus tentáculos y los asesinatos masivos, si bien no son tan frecuentes, de cuando en vez se producen, incluso hasta en países que no pueden ser considerados como desarrollados, como México y varios del Sudeste Asiático.

Pensemos en que se estima que en los Estados Unidos hay 33,000 organizaciones pandilleras, naciones, bandas o como se le quiera llamar, la mayoría de ellas -por lo menos- integradas por jóvenes. Que esas organizaciones tienen más de un millón de miembros o adeptos organizados de manera secreta o clandestina, por lo que no todas sus acciones las realizan de manera abierta o a la vista de todo el mundo. Entonces, podemos tener una idea de la magnitud del problema en diferentes países, porque el mismo no es exclusivo de la República Dominicana. Incluso, algunas de esas organizaciones criminales tienen ramificaciones en países en que no se han originado.

En el caso dominicano, que puede ser el de otros países que son de los más afectados por el problema de la inseguridad ciudadana (que brillan por la ausencia de seguridad ciudadana o ésta es casi nula en ellos), podemos hallarle de inmediato una casi indiferencia al problema, por parte de las autoridades gubernamentales. El presidente de la República se enterará de todos los crímenes que a diario se cometen, entre ellos: homicidios, feminicidios, desapariciones, asaltos para robar dinero o cualquier pertenencia a los ciudadanos y de los secuestros, y no dice esta boca es mía. Es lo peor, el hecho de que no se ve una iniciativa, por parte de las autoridades, para dar una solución definitiva al problema con la reducción a su mínima expresión de los crímenes.

No existe una vigilancia permanente de la Policía Nacional en todos los sectores de La Capital y en las ciudades y pueblos del interior del país. En meses pasados, como dando a entender que La Policía no podía poner el orden, fueron lanzados a las miembros de las Fuerzas Armadas (Ministerio de Defensa) en algunos sectores de la ciudad de Santo Domingo, durando algunos meses dicho operativo. Cuando dejaron de mandar a los militares que mandaban a patrullar, inmediatamente se comenzaron a producir los atracos y algunos asesinatos motivados por robos, en esos sectores.

El problema no es de fácil solución, porque se trata de un problema de política de Estado. La mayoría de los gobiernos que están marcados por la proliferación de la inseguridad ciudadana en una vasta escala, hoy en día, están sometido a un modelo neoliberal, donde prevalece la hegemonía del capital financiero. Ese modelo y, sobre todo donde se aplica en grado extremo (que no sería el caso de Costa Rica), impide un clima de seguridad ciudadana.

Se trata, de que se pretende cobrar muchos impuestos y no ofrecer servicios eficientes a la ciudadanía, de ahí la corrupción en el manejo de los recursos del Estado. La hegemonía del capital financiero, con una legislación que ampara dicha hegemonía, es un caldo de cultivo para que no haya seguridad ciudadana. El capital financiero se beneficia aumenta sus ganancias si la tasa de interés está alta y también si la tasa de cambio de monedas extranjeras se mantiene inestable, con lo que se reproduce de manera ampliada, esto a su vez genera aumento de la pobreza y el consiguiente aumento de la tasa de delincuencia.

Invertir mucho dinero en la seguridad ciudadana no favorece a los corruptos del gobierno, porque se invierte un dinero en el bienestar de la ciudadanía que puede servir de fuente de acumulación originaria de capital (no la clásica) por la vía de la corrupción administrativa. Al capital financiero le conviene que haya sobrevaluación de obras, porque de algún modo van a cobrar muchos intereses de préstamos, con la corrupción administrativa los bancos ganan más.

Con esto se propicia una reproducción ampliada de la pobreza, lo que es un caldo de cultivo para proliferación de la delincuencia y el crimen, o lo que es lo mismo: la inseguridad ciudadana. Invertir mucho en los cuerpos policiales, es impedir que de una parte importante del dinero del presupuesto de la nación puedan apropiarse funcionarios corruptos y acumulen fortuna, tomando de cimiento ese dinero que sería el producto de la corrupción administrativa. Esto puede ocurrir no solamente sobrevaluando las obras, si no cobrando canonjías con el tráfico de influencia, con el manejo de los fondos de pensión y también con la morosidad en el pago de las obras del Estado.

El Modelo neoliberal, el cual favorece la hegemonía del capital financiero, propicia todo esto que acabamos de decir. Se trata de que sólo destruyendo el modelo neoliberal podríamos pensar en tener un clima de seguridad ciudadana. Ese modelo neoliberal ha sido aplicado en grado sumo en nuestro país y también en muchos países del continente americano, una excepción es el caso de la nación costarricense (aunque no deja de tener un modelo neoliberal, pero moderado) que desde hace mucho tiempo ha podido planificar algunas áreas de la economía.

La única posibilidad de hacer reversible la situación de tener menos crímenes, como la que teníamos en décadas anteriores, es destruyendo en su raigambre ese modelo que favorece el aumento de la corrupción administrativa y el aumento de la delincuencia. Creando un modelo anti-neoliberal, en el que el cambio de las monedas extranjeras no sea un negocio, los bancos sean estatales y en el que los fondos de pensión los administre el Estado y no empresas privadas para beneficiarse con dicho manejo.

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