“Su juventud fue un obstáculo en su carrera.” Esta es la frase que utiliza la Real Academia Española como ejemplo que acompaña a su definición de la palabra juventud. Peor aún, define juventud como: “período de la vida humana que precede inmediatamente a la madurez.” ¡Caramba! Qué gran peso debe cargar la juventud, que ni su propia semántica tiene fe en ella.
Y es que actualmente, más de 21 por ciento de los jóvenes dominicanos entre 15 y 25 años se ha quedado fuera del sistema educativo y la vida laboral – los denominados nini, que ni estudian ni trabajan.
Según el último informe del Banco Mundial, la tasa más elevada de Ninis se encuentra en hogares de ingreso medio-bajo, lo cual sugiere que la condición de Nini no está necesariamente determinada por la falta de ingreso, sino más bien por la baja calidad de los servicios escolares y un mercado laboral restrictivo.
En un ambiente así, nuestros jóvenes se ven estancados: sin posibilidad de avanzar en la escala social y con poca probabilidad de escapar de la miseria. Aún más preocupante, este ambiente de impotencia, junto a una débil institucionalidad, está relacionada con un aumento en criminalidad.
Debemos como sociedad volver a enfocarnos en nuestros jóvenes, quienes con el pasar de los años han adquirido una fuerte desconfianza hacia nuestras instituciones públicas, y hacia nuestro actual sistema político.
Debemos brindarles un medio donde puedan expresar sus preocupaciones y ofrecer soluciones respecto a políticas de educación y regulación.
No olvidemos que proveer una oportunidad ecuánime es importante para reducir las barreras socioeconómicas que presenta la inclusión juvenil, y es vital para lograr una prosperidad sostenible para las próximas generaciones.
Dichas generaciones son nuestro futuro, y recordemos que cuando Juan Pablo Duarte fundó la Trinitaria junto a otros patriotas en el 1838, para hacer frente a toda tiranía, apenas tenía 25 años pero voluntad y madurez no le faltaba.