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23 de abril 2024
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OpiniónEsmirna ParedesEsmirna Paredes

La guerra está tocando las puertas de Europa

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El ataque militar llevado a cabo por Rusia contra su vecino país de Ucrania representa una violación a la soberanía del mismo, dado que es un Estado independiente, libre de determinar su propio destino. Con esta decisión el Kremlin viola los principios más básicos del derecho internacional, poniendo en peligro el equilibrio y la paz, no solo en el continente europeo, sino en el mundo entero.

Esta invasión parece ser la última oportunidad que el mandatario ruso tenía para hacer prevalecer su posición sobre la no expansión de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), pero eso no la justifica. La misma constituye una agresión a la seguridad de Europa, dado que, aunque no la involucre directamente, la guerra se está desarrollando en sus puertas.

En este sentido, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, ha afirmado que, cuando una potencia nuclear como Rusia invade un país vecino y amenaza a quien desee intervenir, con utilizar sus armas nucleares contra ellos, se está ante un momento crítico de la historia, el cual podría colocar al mundo en otra dimensión, poniendo en peligro la paz y la seguridad internacional.

Esto conlleva que, de Moscú no deponer las armas, el mundo basado en normas y en equilibrio de poderes corre peligro de desaparecer, para ser sustituido por uno mucho más incierto y caótico, donde regiría la “Ley del más fuerte”. En este contexto, es importante que Europa revise cuáles son sus prioridades como bloque independiente y las consecuencias de una rivalidad con el Kremlin, dado que la guerra se está llevando a cabo en sus mismas fronteras.

A este respecto, el coronel español Pedro Baños en su libro “Así se domina el mundo” ha precisado que la actual enemistad de los países occidentales, representados militarmente por la OTAN, con Moscú ha estado propiciada por Washington, en el doble afán de, por un lado, contener a los rusos en cuanto potencia emergente rival, y, por otro, de crear un enemigo a los países europeos, con la finalidad de que estos se le subordinen, le pidan protección y de paso le compren armas. Impidiendo con esto, cueste lo que cueste, el acercamiento de Rusia y Europa, porque tal coalición daría lugar a una potencia a la que a duras penas podría contener.

Desde el punto de vista geográfico, Rusia está muy próxima al viejo continente, lo cual conlleva que, tanto las sanciones económicas, como cualquier decisión militar tengan repercusiones sobre los Estados miembros, además de acercar aún más a Moscú de Pekín. Esto pone a este conjunto de países en la difícil decisión de, por un lado, seguir apoyando la posición de la OTAN, con consecuencias desfavorables para ellos mismos, o por el otro, llegar a un acuerdo con Rusia. Enfrentada a este dilema, Europa se ve en la urgencia de llevar a cabo, al mismo tiempo, una política internacional más independiente con identidad propia, la cual no debe estar necesariamente subordinada a los Estados Unidos, dado que, en muchos casos, no respeta sus intereses como bloque, y este es un claro ejemplo.

Una posible confrontación militar entre la Organización Transatlántica y el gigante eslavo -la cual se espera no ocurra- tendría como escenario de combate el suelo europeo, con consecuencias muy negativas para un continente que ha logrado mantener un periodo de relativa paz desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Además, lo dejaría sumido en un rol de actor no influyente en las relaciones internacionales por mucho tiempo, sin olvidar que, en un mundo interdependiente como el actual, una conflagración militar abierta con una potencia nuclear como Rusia, tendría consecuencias devastadoras para todo el planeta.

Finalmente, toda esta situación está relacionada a la instauración de un nuevo orden mundial liderado por Xi Jinping y Vladimir Putin, donde Occidente pierde su hegemonía global. En todo este panorama, la solución para Ucrania sigue siendo la neutralidad, preservando la soberanía de su territorio. Mientras que, para Europa, la vía para garantizar su seguridad e intereses es un acuerdo con Rusia.

Por Esmirna Paredes

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