Hemos sido muy proclives en atribuir a otros la responsabilidad de nuestros problemas, como si no quisiéramos asumir ninguna culpa frente a la construcción de nuestro propio destino.
Sin embargo, nos comportamos como primitivos en la educación y salvajes en el ejercicio de la libertad. Y justamente, en estos dos aspectos radica la diferencia entre las naciones.
No es en la riqueza material donde está sentada esa diferencia como muchos asumen y que nos sumen en el subdesarrollo. Es más, no resulta atrevido decir que materialmente la República Dominicana ha crecido más que en su comportamiento.
Y esto, desgraciadamente, es aplicable a casi todos los sectores.
Vivimos escaseando en medio de la abundancia.