Nuestro cuerpo nos habla, y pasa factura de forma imperceptible a veces. Nos damos cuenta cuando casi tenemos el lío encima, sin tiempo en ocasiones para resolver oportunamente.
Una glándula con forma de mariposa regula nuestro metabolismo, y con él, casi todas las funciones del organismo. Esa glandulita que encontramos en la parte frontal del cuello produce las hormonas necesarias que regulan el ritmo cardíaco, la energía, apetito, humor, desarrollo óseo, y en la mujer, los ciclos menstruales y la temperatura corporal, entre otra cantidad de cosas.
La tiroides. Pequeña, pero poderosa.
Al ser una glándula endocrina produce hormonas, y éstas a su vez transmiten mensajes químicos por todo el cuerpo a través de la sangre. La calidad del mensaje transmitido es primordial para un buen funcionamiento integral. Es decir, que es vital la cantidad adecuada de hormonas tiroideas para que física y emocionalmente funcionemos bien.
Mi experiencia con ella ha sido como las emociones que desata un tango. Llevamos abrazadas poco más de dos años, en una danza de pena y alegría al mismo tiempo. He mantenido una formidable talla 2, a la que casi aspira toda mujer. Pero igualmente, me ha llevado al más profundo e inservible de los pensamientos.
Un día la euforia de sentirme bien, de querer llevarme el mundo por delante. Pero luego, bajo el telón. Increíblemente, algo tan pequeño como esta glándula es capaz de descomponer una máquina tan perfecta como lo es el cuerpo humano.
Uno de los efectos más notorios es el cambio de humor y la falta de sueño. El apetito se vuelve secundario, y tu corazón late como cuando te encuentras con la persona amada.
Hasta este momento vamos pasando de una etapa a otra. Luego del diagnóstico se indicó el uso de la levotiroxina, por un tiempo. Estudios más precisos determinaron que no era necesaria la medicación por tratarse de hipertiroidismo subclínico. Viene proceso de desintoxicación, gammagrafías, biopsias y seguimiento con análisis químicos periódicos.
Ahora, pasamos al yodo. Veremos que tal respondemos.
Tomé el tango como expresión de un género musical conocido internacionalmente, por lo sensual y complejo de su baile. El dolor que transmite la interpretación de sus letras es sencillamente conmovedor, desgarrador. Sería el sinónimo de nuestra bachata.
Pues así va mi relación con la pequeña y poderosa glándula, de amor-odio.
Es imprescindible poseer una fortaleza interior para no caer en los temidos brazos de la oscuridad y la desesperanza. Ayuda mucho tener un buen médico -como es mi caso- en el acompañamiento del trayecto, brindándote confianza y paz; la disposición de llevar el tratamiento al pie de la letra y evitar por todos los medios consultar al Dr. Google.
De gran importancia: refugiarnos en los seres que amamos y actividades extracurriculares. Dios conmigo.
Por Clemencia García Damirón