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23 de abril 2024
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OpiniónHumberto SalazarHumberto Salazar

La fabula de Faña llegando al fondo y buscando dar pie

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Había una vez un dirigente del Partido Revolucionario Moderno (PRM) que decidió adquirir fama, y quizás hacerse un hombrecito en la actividad política, usando el método tan usado en este país de la acusación perversa y el uso de un rumor para intentar transformarlo en una verdad.

Claro, en un país donde el chisme de la antigua ¨radio bemba¨ ha sido sustituido por la vagancia y el uso irresponsable de las llamadas redes sociales, lo mas fácil era tomar en su boca a uno de los funcionarios mas cercanos al actual presidente y acusarlo de lo que sea.

Después de todo el espacio que brindan los medios de comunicación y el eco que se consigue con la partida de idiotas que viven metidos en la ¨retituadera¨, crean el escenario perfecto para sembrar la duda y acusar sin pruebas.

A esto se le une la costumbre dentro de los líderes políticos del país, que de tanto practicarse ya es una ley, del ¨dejar hacer y dejar pasar¨, muchos consideran y opinan que es mejor no reclamar cuando se intenta ensuciar su nombre, porque eso es lo que llaman la ¨mai del play¨.

Es decir, en un estadio de beisbol de valen todos los insultos habidos y por haber, los gritos ante una jugada o una discusión acalorada, y al final todo se queda dentro del llamado deporte rey de los dominicanos.

Pues lo mismo sucede en la política, ahí todo se vale, los insultos soeces, acusaciones mendaces, calumnias extremas, en fin, todo lo que no soportaría un ciudadano común sin llegar a vías de hecho se supone que hay que soportarlo en esta actividad y cuanto mas callados mejor.

Según la teoría de algunos genios dominicanos ubicados en todos los partidos, la actividad política esta destinada a los fracasados en sus carreras profesionales y empresariales, y si usted ingresa a una organización política debe demostrar que no tiene ni en que ¨caerse muerto¨.

Sobre esta base se sustentaron las acusaciones que el tabulador Leonardo Faña hizo públicamente en contra de Jose Ramón Peralta, empresario desde hace mucho tiempo, dirigente del Partido de la Liberación Dominicana desde muy joven y funcionario público desde hace apenas 5 años.

Lo normal en la cotidianidad de la República Dominicana, fuera que el funcionario, para evitarse el disgusto de estar yendo a tribunales, tome esto como la ¨mai del play¨, es decir, el precio que hay que pagar por servir al estado dominicano desde un cargo público, después de todo aquí se acusa y contra-acusa a cualquiera y a todas horas.

Solo que hay algunos funcionarios, y este parece ser el caso, que no permiten que nadie juegue con su nombre o el de su familia, sobretodo porque no tienen nada que ocultar, han sido profesionales exitosos en las áreas en que se han desempeñado y dan el frente ante cualquier atisbo de acusación maliciosa como ha ocurrido en este caso.

En el día de ayer se conoció el fondo, después de todas las ¨chicanas¨ jurídicas inventadas por los abogados de Faña, del juicio que se le sigue por difamación e injuria a la persona del Ministro Administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta, que decidió dar un ejemplo, que deberían seguir todos los acusados de algún tipo de acción dolosa en ejercicio de funciones públicas.

Porque si Faña se llenó la boca de repetir en múltiples ruedas de prensa, donde solo hay micrófonos y periodistas, cualquier cantidad de acusaciones en contra de José Ramón, lo normal en cualquier país civilizado es que si existe un diferendo entre personas esto lo dilucide un tercero imparcial, en este caso un juez.

Claro para nada Faña pensó que la fabula inventada por el para trascender de la forma en que lo hacen todos los mediocres, una raza tan abundante de animales en este país, tendría en algún momento que pasar por el tamiz de un juicio publico oral y contradictorio, y esto es lo que explica la desesperación de el y sus abogados de que el fondo de la querella no se conociera.

Todavia en el día de ayer el ultimo pedido del difamador acusado, fue declarar inadmisible la querella en su contra disque porque la ¨acusación es contraria a la Constitución¨, como si la Carta Magna protegiera a los que juegan con la honra y el buen nombre de los demás, por supuesto que el juez falló en contra de este descabellado pedimento.

Faña se ahogará en un cumulo de verdades que son verificables por cualquiera que se interese en este tema, y creemos que este juicio marcará un antes que permita a las personas que vienen del sector privado a ejercer de manera licita una función pública a sentirse protegidos por la justicia.

Es innegable y el primero que lo sabe es Faña, que Peralta es un empresario de mas de tres décadas dedicado a la comercialización de alimentos y que cuando aceptó integrar el gobierno del Presidente Danilo Medina, de quien es amigo hace años y compañero de partido, pareciera haber puesto algunas condiciones, que se cumplieron, en aras de la transparencia de su gestión.

Dos ejemplos: el decreto 569-12 del actual gobierno que modificó la comisión de asignación de cuotas de importación de productos agrícolas y excluye al Ministerio Administrativo de la Presidencia de esas funciones, lo que quiere decir que si Peralta quería beneficiar a el o sus empresas del negocio donde se ha desenvuelto por mas de 35 años, solo tenia que dejar todo como fue instituido en el año 2006.

Y segundo, la modificación del sistema de cuotas de importación asignados por una comisión del Ministerio de Agricultura, que conoce muy bien Faña, porque existía desde 1999 y el fue funcionario de esa cartera en el gobierno del PRD hoy versión PRM, entre los años 2000-2004.

Solo que en el mismo decreto donde el Presidente Medina saca al Ministerio Administrativo de la comisión, que al final se convirtió en un gran negocio para algunos funcionarios públicos, se creó La Bolsa Agropecuaria, organizada por la Junta Agroempresarial Dominicana, que es un mecanismo transparente, participativo e igualitario para los importadores.

Solo con estos dos ejemplos debió Faña y los que ahora lo han dejado solitario como ¨anima en pena¨ evitar el invento de fábulas en contra de José Ramón, porque como pasa muchas veces ¨la mentira tiene patas muy cortas¨ y en este caso son tan cortas, que el difamador se ahogará porque no dará con los pies al tratar el fondo de este proceso.

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