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24 de abril 2024
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OpiniónVenecia JoaquínVenecia Joaquín

La escoba en medio del charco

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Los días pasan rápido; cada uno genera sus afanes; la histeria se apodera de algunos; los infartos están a la orden del día.  Generalmente, andamos de prisa, con poco tiempo   para compartir con familiares y amigos o esperando que todo marche de maravilla para recibirlos. Que error.  Siempre habrá cosas pendientes.

Con estas reflexiones, recordé la lección que aprendí, hace muchos años, con Martha Beato.  Fui a visitarla con mi hermana Paula, QEPD, y su esposo Heinz, recién llegados de Suiza; querían compartir con esta amiga entrañable, desde estudiantes. La llamamos y dijo “salgan seguido para acá”. Cuando llegamos a su casa, encontramos los muebles recogidos; el piso lleno de agua y jabón, mientras la escoba reposaba en medio del charco.

Había despejado una pequeña área en la que colocó una mesita y sillas. Luego de saludarnos efusivamente, nos condujo hacia allá y procedió a abrir una botella de vino; teniendo como fondo una estupenda música, permanecimos más de dos horas, charlando, tomando vino, degustando de rica picadero. Fue una tarde inolvidable.

¿Por qué nos recibió en ese escenario? Cuando le expresamos nuestro deseo de visitarla, estaba sola, fajada limpiando; el día anterior, había regresado al país tras un mes fuera; no hizo comentario al respecto ni insinuó que fuéramos otro día; simplemente, detuvo los afanes; dejo la escoba en medio del charco, se olvidó de ella y se dedicó a compartir con nosotros. Hablamos de todo, menos del tollo que teníamos alrededor; nosotros tampoco, ni le propusimos ayudarla; buscábamos la amiga. Al charco no le dimos prioridad; lo ignoramos.

Con el anuncio de nuestra visita, Martha no se puso a limpiar, ordenar y luego sudorosa y cansada, sentarse a compartir con nosotros; eso podía esperar. Si hubiésemos captado que lo importante para ella era el charco y poner la casa bonita, le hubiéramos propuesto ayudarla, pero comprendimos que lo esencial, eran sus amigos y para nosotros, el compartir con ella.

Evocamos la época de estudiantes, fiestas, travesuras, viajes, familia, hijos, etc. Nadie recordó que estábamos como en una isla, rodeados de agua; por la alegría del grupo, parecía que estábamos en una de las góndolas, lanchas o barcos en que hemos paseados por los canales de Venecia, Rhin de Alemania, Sena en parís, mar Egeo en Grecia u otros.

Ese día comprendí, porque cuando tengo muchos quehaceres  domésticos  pendientes, no me   angustia  recibir   amistades de las que se concentraran en los afectos; recuerdo la escoba de Martha en medio del charco y dejo la mía en esa posición; no me preocupan las imperfecciones  materiales o falta de detalles modernos en la casa; quienes lo hacen, son infelices, suelen agitarse , observan lo material, comidas, decoraciones, etc. ; los que buscan     lo espiritual,  se concentran en el contenido de  la conversación, manifestaciones de cariño, se divierten.

Busquemos siempre paz, felicidad y si es necesario, ¡dejemos la escoba en medio del charco!

 

Por Venecia Joaquín

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