El Gobierno ha estado trabajando en reformar el sistema educativo nacional, tras el Pacto por la Educación y la asignación del 4 % del PIB del presupuesto nacional cada año. Hay progresos tangibles en el orden material y alimentario para los estudiantes. Algo que además beneficia a las familias.
Ahora debemos trabajar en modificar el contenido de lo que enseñamos en las aulas y la forma en que aún seguimos haciéndolo. Educamos para enseñar a vivir y debemos prepararnos para los cambios a que nos convoca el mundo moderno.
Una tercera parte de la sociedad está sentada en las aulas, que, por demás, es la más joven. Formarla bien tiene, sin dudas, un efecto multiplicador para mejorar el comportamiento de la ciudadanía.