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24 de abril 2024
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OpiniónErnesto JiménezErnesto Jiménez

La economía en el discurso político 

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Ningún pueblo cree en su gobierno. A lo sumo, los pueblos están resignados”. Octavio Paz

Los análisis económicos por antonomasia conllevan fuertes sesgos que fluctúan en torno al criterio del observador. La razón de esto es fácil de comprender debido a que, después de todo, la economía es una ciencia social y, al igual que áreasafines del saber, está determinada por el accionar humano.

Lamentablemente, esa característica especial posibilita la construcción de teorías que vayan en beneficio del interés de aquel que ostenta el poder político o que complazca los oídos de quien paga el mensaje, ya sea oral o escrito. Sin embargo, esa misma cualidad, cual espada de Damocles, también sirve de poderoso incentivo para la búsqueda incansable del mayor nivel de objetividad posible, en tanto que, alcanzar tal propósito confiere al autor de un alto grado de credibilidadante el lector casual, sus colegas de profesión y la comunidad en sentido general.

Ese noble ideal suele ser el responsable de motorizar los serios cuestionamientos que fustigan de manera inclemente a quienes usan las estadísticas oficiales para acomodarlas a sus intereses. Ya que, a fin de cuentas, a la hora de ofrecer cifras económicas ante un público determinado es preciso tener presente aquel famoso concepto esbozado por los críticos de la obra de John Stuart Mill que, establece que el ser humano es un “Homo economicus”, lo que traducido al español significa “hombre económico”. Es decir, bajo ningúnconcepto se puede olvidar que se está hablando con sujetos racionales que disfrutan y padecen los resultados de los fenómenos económicos interpretados.

Por tanto, al tratar temas económicos ante un auditorio se debe tomar en cuenta que todos los hombres y mujeres de dicho lugar son economistas empíricos que, a lo largo de sus vidas enfrentan situaciones apremiantes de producción, ingresos, distribución, presupuesto familiar, ahorro, consumo, gasto y pago de impuestos. Esos ciudadanos serán siempre los principales y más implacables jueces de aquellos que utilizan cifras de laboratorio para dibujar una realidad que no reflejaen su justa dimensión el día a día de la población. Por esto es que resulta tan delicada la responsabilidad que poseen losgobernantes de —mediante recursos institucionales de rendición de cuentas— mostrarle al pueblo sus realizaciones económicas a lo largo de un período de tiempo determinado.

Un estadista responsable debe aprovechar el favorableescenario que concita un discurso ante la nación para —atendiendo siempre a los más estrictos cánones de transparencia y veracidad— presentar logros, desafíos y retos pendientes que reflejen la realidad que vive su sociedad, ya que, de no hacerlo de esta manera corre el riesgo de distanciarse del sentir popular y ser objeto del escarnio de sus conciudadanos; los cuales, al percibir que sus palabras no responden fielmente a los avatares de su cotidianidad, se sentirían burlados y engañados.

Este peligroso curso de acontecimientos generaría reacciones de indignación y descontento que podrían erosionar la popularidad del jefe de Estado, afectando a su vez, la credibilidad del Estado. Por lo que, la búsqueda de altos niveles de objetividad en el manejo de datos económicos en los discursos políticos es, más que un imperativo moral, un accionar necesario que favorece la imagen de honestidad a la que suelen aspirar los mandatarios; además, cual bondad adicional, contribuye al fortalecimiento de la confianza ciudadana en las instituciones del sistema democrático.

 

 

Por Ernesto Jiménez

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