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19 de abril 2024
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OpiniónJosé FlándezJosé Flández

La democracia jugando la ruleta rusa

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La democracia de nuestro tiempo se ha convertido en jugadora de la ruleta rusa. Es como si fuera un suicida que puso una bala en el cartucho de su pistola y empieza a apretar el gatillo hasta que ¡pun!, es fulminado por dicha bala.

 Y esto, debido al peligro que significa permitir que entren a jugar el juego democrático entes políticos desestabilizadores, que no esconden el objetivo de desmantelar las instituciones políticas y el sistema económico que sustentan esa democracia que les está permitiendo entrar a competir en buena lid por el poder en los procesos electorales que les ofrece de una manera, podría decirse que ingenua.

 Esta nueva disyuntiva para la democracia representativa surge luego que al terminar la Guerra Fría, con el fin del enfrentamiento entre la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, y sus satélites europeos, la izquierda radical, en su agonía, por iniciativa de Fidel Castro y la complicidad de Lula Da Silva, conforma el llamado Grupo de Sao Paulo. 

 Tras la conformación de dicho grupo aglutinante de la izquierda del continente, se planteo en su seno, la estrategia a corto y a largo plazo de no rendirse definitivamente y seguir insistiendo con el comunismo derrotado y ya totalmente desacreditado, tratando de reimponerlo, pero ahora descartando el uso exclusivo de las armas.

De manera que desde ese momento se estableció en dicho Foro, la toma del poder político de manera pacífica, por medio de la participación en los procesos electorales que ofrece la democracia, para luego de vencer en esos procesos democráticos, aprovechar la coyuntura para luego de la toma del poder, no soltarlo nunca más.

Así fue que el primer intento se puso en práctica en Venezuela con el golpista Coronel Hugo Chávez Frías, quien luego de ser sorpresivamente indultado por el ex presidente Rafael Caldera, se presento a las elecciones de 1998, ganando el certamen cómodamente, ya que había logrado gran popularidad después del intento de golpe de Estado al presidente constitucional Carlos Andrés Pérez.

Después de instalado en Miraflores, Chávez, comenzó el proceso indetenible de reestructurar todo el andamiaje institucional para ponerlo al servicio de su proyecto totalitario, del que ya conocemos sus negros y desastrosos resultados.

Luego se produjo una cadena de triunfos electorales de esa izquierda castrochavista, produciéndose el mismo fenómeno destructivo y divisor de las sociedades, las instituciones y por supuesto del estado de derecho.

En las naciones donde lograron conquistar las riendas del Estado fueron con Daniel Ortega en Nicaragua, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador. Todos se convirtieron en dictadores comunistas y por supuesto trataron por todos los medios y subterfugios quedarse de forma indefinida tiranizando sus naciones.

Ahora el peligro se cierne sobre Perú, donde en las elecciones del domingo 6 de junio, el candidato representante del llamado Socialismo del Siglo 21, acaba de obtener, hasta el momento, la mayoría de los votos, por una pequeña diferencia de .4 %, a la espera de que se determine que pasará con unos 500 mil votos en proceso de revisión por el ente electoral, para comprobar su completa legalidad y así poder dar un ganador definitivo.

 Si finalmente el triunfo es de Pedro Castillo, la incertidumbre se acentuará en todo Perú y en el continente, ya que de llevar a cabo su programa de gobierno comunista, será el fin de la democracia representativa hasta que se pueda salir del eventual futuro dictador en cierne. ¡Que el señor nos coja confesados!

Por José Flández

 

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