Las sociedades están conformadas por seres humanos que están hechos de la misma condición orgánica. Tienen los mismos órganos, sangre del mismo color, respiran, tienen lenguaje y, entre otras tantas cosas similares, también tienen sentimientos.
Siendo así, parecería que deberíamos actuar de la misma manera. Sin embargo, hay algo que diferencia a una sociedad de otra que es su cultura. Esta se conforma de las creencias, los hábitos y las costumbres.
En nuestra sociedad la cultura ha tenido más peso que la ley. Incluso, el incumplimiento de la misma igual lo hemos hecho parte de nuestra cultura. Es obvio que esa debilidad hace frágil la vida institucional del Estado y de nuestras organizaciones.