En RD el “toque de queda” ni toca no se queda, nadie lo respeta, los paisanos desafían a los gendarmes y esbirros en las calles, la catástrofe está en desarrollo, la muerte está al doblar de la esquina, no basta tal aislamiento social y hasta el personal médico contagiado convalece en sus casas, las pruebas aquí y en todo el mundo son muy escasas y el aislamiento social es solo mediático, muy laxo, entre represivo y coercitivo, la curva de expansiva del Covid crece exponencialmente, mientras los pacientes y fallecidos se apilan, carecemos de medios e incluso de equipo de protección personal, sin mascarillas, sin testes, sin personal entrenado, sin pertrechos, estamos perdiendo la guerra contra el Covid.
Peor aún carecemos de tratamiento fiable, mientras burócratas y tunantes toman a Covid de relajo, de seguir así la recurrencia es probable, los sanitaristas operan a manos peladas, los afectados entre ellos pasan las de Caín, en un país bananero hasta la terapia nutricional es imposible, cada afectado presenta desnutrición y eso empeora el cuadro visible, aún no hemos controlado a los vectores endémicos ni a los invasores haitianos, nuestras debilidades superan con creces a nuestras fortalezas, carecemos de electricidad, agua potable, saneamiento, alimentos y medicamentos esenciales, solo nos sobran cadáveres, apestados, desperdicios y basura, la crisis sanitaria es cada día peor, en la era de la globalidad y el liberalismo, la fábrica del mundo, el paraíso de China, en lugar de una víbora y una poma envenenada nos ha mandado, adrede o por omisión, un virus coronado que ha inyectado su ponzoña a la morfología de la economía mundial, del comercio, del transporte, mientras asesina a los humanos, ahora para esto ni el gobierno tiene capacidad ni los entes tienen civilidad.
Esta guerra va desde la obtención de los pertrechos hasta la confrontación al bicho, en RD algunos fantoches inescrupulosos ofertan materiales críticos para la lucha a sobreprecio, sin disponer de ellos, desafiando las veedurías, pocos tutumpotes dominicanos han tenido fraternidad, salvo los líderes políticos en campaña electoral, desesperados, sin amor, algunos invocan a un “acuerdo político”, cómo si Covid fuera candidato, parecen confundir la contaminación comunitaria con el extinto fantasma del comunismo, tienen ganas de joder y mantienen sus parafernalias sin importarles la vida, de seguro que esos “plazos fatales” de la farra electoral son mucho menos letales que las embestidas del Covid, pero esos “líderes y dirigentes” esperan pan para mayo y harina para agosto.
La fraternidad de nuestro políticos es solo entre ellos, sus deidades son las arcas públicas, su edén son las elecciones y su objetivo el botín público, la solemnidad electorera es sagrada, les basta con el manejo de la cosa pública, para nada les importa la colaboración cívica, eso de posponerlo todo es muy característico de despotismo imperante, no les importa las señales sociales, construyen sus “realidades”, gestionan una traca manduca sin importarles la crisis, eso de jugar a la percepción con la contabilidad del Covid es un acto de lesa humanidad, RD es el país de la región con el mayor número de contagiados y el tercero con mayor letalidad por la irresponsabilidad de los ciudadanos, los testes son muelas de gallos, nuestra inversión en salud es pírrica, para el control del Covid carecemos de todo, incluso de infraestructuras, no tenemos actitud ni cultura, ni equipo, ni esquemas de bioseguridad, ni protocolo, peor aún hasta ignoramos dónde están los focos localizados.
Por Edgar Marcano