Con las pestes del Covid y el supuesto cambio gubernativo nuestros males se potencian, duele la indiferencia, indolencia y apatía del novato gobierno, en RD cada paisano es abandonado a su suerte, ya ni la letalidad de la pandemia les importa. Ta degradados estamos que un legislador cocolo, de aspecto haitiano, apedrea la sede del congreso y nada pasa. Duele amar a la supuesto revolución moderna y no ser correspondido, los emergentes al gobierno han sacado sus pezuñas muy temprano.
La pésima calidad de las acciones gubernamentales se alejan mucho de nuestro supuesto estado social, democrático de derecho. Hoy alarma la inflación, los víveres están escasos y hasta para comprar un plátano tienes que jugar un san, sin que se anuncien medidas para mitigar ese desabastecimiento. Mientras emulamos a Macondo y a Bizancio discutiendo el plagio de un burdo logo dizque de la marca país. El desprestigio de un funcionariado ruin no se tapa con una etiqueta, más les vale dejar de estarse burlando del pueblo.
El manejo errático de los personeros del cambio a la pandemia deja mucho que desear, se pasan de indolentes, en tanto han mandado al carajo sus promesas. Estos nuevos príncipes parecen actuar mucho más a favor de su claque que en beneficio de nuestra atribulada república. Deseamos ver que tan modernos son los disque revolucionarios modernos socialdemócratas ascendidos al gobierno, para nada percibimos el cambio, mientras todo empeora. Vivimos una tragedia poli dimensional imputable a la depresión y es hora de empantalonarse para confrontar estas múltiples calamidades en ciernes.
Hay que rescatar a los olvidados ocupados ausentes, pero ya, hay que recuperar la crematística por la vía de vastos programas de inversiones públicas, desde ya y ahora mismo, pues el cielo aunque puede esperar, generalmente no lo hace, ni espera los difuntos y solo recibe a los muertos. Nuestros nuevos gatos públicos para nada gestionan mejorar la calidad de gasto público ya que el funcionariado, los legisladores, ni los partidos , ni por el diablo renuncian a la ración del boa.
Esas viles cuotas a esos ruines personeros son desagradables iniquidades articuladas en nuestros códigos, mucho más que leyes son verdaderas trampas y ahí está el doloroso detalle. Mientras estos cavernícolas gobernantes hacen caso omiso a los ODM y la END no hay forma de impulsar el anhelado desarrollo, salen con tretas tan audaces como la de un supuesto petróleo en un video viejísimo y pululando una supuesta industrialización, cada mandatario advenido resulta ser un redivivo Guacanagarix, tan bárbaros son que ni entrantes ni salientes admiten ser fiscalizados y los escándalos de corrupción impune son interminables.
El Covid luce ser el portal de una década perdida y esa realidad, es una situación de hecho que no come cuentos retóricos, ni cree en el relajo de la macroeconomía. Lamentablemente nuestra devastada RD agoniza ante la invasión haitiana y la trampa del tinglado de la corrupción impune, sin frenos, sin ministerio público que sirva ni magistrados útiles muy a pesar de nuestros códigos.
Por Edgar Marcano