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25 de abril 2024
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OpiniónJHENERY RAMÍREZJHENERY RAMÍREZ

La corrupción, una conducta aprendida

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En los últimos meses hemos sido testigos de la oscura sombrade la corrupción. Esta metástasis se ha expandido por la sociedad dominicana.La impunidad está en la puerta de nuestros hogares. Vivimos con ella en unaconstante guerra.

Los sobornos de la constructora brasileña Odebrecht, es elcaso más reciente de corrupción y el que demuestra que nuestros servidorespúblicos están corrompidos hasta el punto de olvidar completamente que como elpueblo paga y vota, el pueblo manda.

92 millones de dólares recibieron los funcionariosdominicanos para que la compañía sudamericana fuera electa bajo concurso en lalicitación de algunas obras de importancia en el país, dentro de ellas laplanta a carbón Punta Catalina.

La corrupción en República Dominicana se ha tatuado en elsistema político del país desde hace años y diversos escándalos han puesto enpeligro la democracia nacional. Según un documento de Participación Ciudadanapublicado en 2014 bajo el título “La corrupción sin castigo”, desde el 2000hasta el 2013 en el país hubo 94 denuncias de desfalcos administrativos, de loscuales los medios de comunicación se hicieron eco, cumpliendo con su rol deinformar a la población.

Volvamos atrás por un minuto, recordemos solo algunas deestas querellas que han fomentado la autocracia dominicana: el fraude en elInstituto Nacional de la Vivienda (INVI) en el 2000, las denuncias contra PepeGoyco en el 2002, el Plan Renove en el periodo 2000-2002, la estafa en laOficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA) en 2005, el sometimientoa la justicia al senador Félix Bautista por el contrato de la Sund Land en 2008y el soborno a políticos y militaresdominicanos para que aprobaran el contrato de compra de los aviones SúperTucanos entre los años 2007 y 2013.

Pero más allá de esto, la corrupción no sólo está presente enel gobierno y los grandes empresarios, o es que acaso ¿No se ha robado usted laenergía eléctrica? ¿No ha pasado el semáforo con la luz roja? ¿No ha tratado desobornar a un policía o a una autoridad del transporte? Y saben por qué pasaesto, porque desde pequeños notamos como nuestros padres y tutores ignoranepisodios que hacen que la corrupción más que un cáncer del Estado, sea unaconducta aprendida.

Y hoy me pregunto ¿Cuándo acabaremos con este mal? ¿Cuándodespertarán nuestras conciencias? El cambio no está en un nuevo gabinete o enun nuevo Congreso. ¿Qué nos asegura que esta enfermedad no se propagará en ungobierno diferente?

No dejemos para mañana la educación y la transmisión de losvalores morales y cívicos. Empecemos por nuestros hogares y tendremos lasociedad que en 1844 soñaron Juan Pablo Duarte, Francisco Del Rosario Sánchez yMatías Ramón Mella.

Si buscamos en el diccionario el significado de partidopolítico encontraremos que es una entidad de interés público con el fin depromover la participación de los ciudadanos en la vida democrática, mientrasque el servidor público es la persona que brinda un servicio de utilidadsocial. Ambos conceptos están relacionados con el bien común aquello de lo quese benefician todos los ciudadanos, los sistemas sociales, las instituciones ylos medios socioeconómicos. Estas dos nociones están destinadas a la ciudadaníaen general, no mencionan al grupismo, mucho menos a las clases sociales, porqueestos significados están destinados a TODOS.

Y al final sólo nos queda preguntarnos: ¿Hasta cuándo seguirála desigualdad social a causa de la corrupción? ¿Hasta mañana? No losabemos, sin embargo deberíamos comenzarhoy para que en 10 años veamos los resultados de un proceso que será lento,pero efectivo y recordando siempre que para avanzar en democracia se necesitanpolíticas públicas que promuevan el crecimiento económico con mejordistribución de los recursos, y mayor eficiencia en la administración pública.

 

 

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