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24 de abril 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

¿La corrupción?: ¡La calle!

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La lucha contra la corrupción tiene dos vertientes. Es una maniobra judicial, pero también política. No triunfa una acción en contra de la corrupción, si el ingrediente político no asomo. El partidismo puede apañar la acción de los tribunales, y las calles reclamando justicia pueden estar dirigidas por sectores que tiene su ración en el entorno social.

En Brasil el caso de la Odebrecht es matizado por lo político. Dio paso a acciones que confluyeron para sacar del poder a Dilma Rousseff y a Lula. Los dirigentes populares tienen fuerte arraigo en el Brasil pero confundieron la lucha a seguir.

Para ellos las acusaciones sobre abuso presupuestal a la expresidenta no era para salir a las calles, sino para ir a los tribunales. Sin presentar a lo claro una denuncia-.querella de cometer un acto de corrupción, defenestraron a la expresidenta y exguerrillera. Sus seguidores pensaban que en la sala de audiencia tenían las de ganar.

No siempre es así. La justicia siempre debe seguir un camino libre e independiente. La justica tiene que ser fuerte para poder soportar todo tipo de presiones. La justicia no se puede doblar de rodillas, sino siempre estar erguida y fuerte, lista a dar un solo golpe a los prevaricadores.

Pero el accionar político tiene su principal ingrediente en las calles y la opinión pública. Hay reos de prensa, acorralados por dejarse quitar el movimiento callejero. Ellos se ven de manos atadas y cuando menos lo esperan caen al lodo como un castillo edificado con barajas de cartón barato.

La lucha contra la corrupción se debe juzgar en los tribunales, pero hay que pelearla en las calles. Hace muchos años, Salvador Jorge Blanco, expresidente sometido por el doctor Joaquín Balaguer a la justicia por actos de corrupción, cometió el pecado de considerar que era una afrenta para ser tratada en los tribunales.

No. Tenía que ir a las calles a defenderse, pero en ese momento las masas en el Partido Revolucionario Dominicano la tenían José Francisco Peña Gómez y Jacobo Magluta y no se la prestaron.

Ahora en la República Dominicana para defenderse o atacar con los casos de corrupción, hay que ir a las calles. Las protestas o los actos de respaldo ocurridos al aire libre son los que determinarán si la justicia actúa o se cruza de brazos. El motivo, las razones y las circunstancias son políticos. La justicia hablará a su turno. ¡Ay!, se me acabó la tinta.

 

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