Santo Domingo 23 / 31 Soleado
ENVÍA TUS DENUNCIAS 829-917-7231 / 809-866-3480
20 de abril 2024
logo
3 min de lectura Una mirada al pasado

La calle Espaillat: locura revolucionaria y nostalgia sangrienta

La calle Espaillat: locura revolucionaria y nostalgia sangrienta
Compartir:

EL NUEVO DIARIO, SANTO DOMINGO.- Lo que sucedió el 20 de octubre de 1961 fue una locura revolucionaria. El teatro de esa locura fue la calle Espaillat de Ciudad Nueva, convertida en una llamarada popular. El frenesí de los manifestantes llegó al paroxismo y se volvió un verdadero éxtasis. El desenlace fue terrible: sangre, terror oficial, represión implacable.

No exagero: esos muchachos eran posesos revolucionarios, exacerbados por demonios e ideales de redención. Estaban atrapados por el encanto de la época y seducidos por Fidel Castro, el gran ídolo cubano.

Fidel había hecho su revolución y había emancipado a Cuba, sepultando el viejo régimen, forjando una utopía y creando una nueva sociedad. Era el «Gran Satán» del Caribe: desafiante, había «aplastado» a Estados Unidos, emancipado a su pueblo e inspirado a la juventud.

La seducción atrapó a muchos dominicanos. Así, un grupo de jóvenes capitaleños hicieron su pequeña «revolución» y terminaron con la piel calcinada y el pellejo ensangrentado.

Los rebeldes se apoderaron de la calle Espaillat y otras conexas, convirtiéndolas así en su trinchera. Claro, el espacio era también una pequeña «república» redimida y liberada. No sin razón la llamaron el ‘Primer Territorio Libre de América en Santo Domingo’.

Para libertar ese pequeño territorio tenían que fijarse un enemigo: Joaquín Balaguer, el presidente nominal llamado ‘Muñequito de Papel’ y manejado por los gringos.

Balaguer era una malvada encarnación de la tiranía, pues había sido un notable cortesano del dictador muerto y, en 1961, dirigía la transición hacia la apertura democrática. Claro, él había dispuesto la disolución del omnipotente Partido Dominicano, había puesto a raya a los malvados hermanos del tirano, y había criticado severamente a la tiranía agónica. Así, pues, Balaguer había dado un dramático giro pro yanqui, montado sobre la bendición de Washington.

Esos esfuerzos, sin embargo, se estrellaron contra la crueldad de Ramfis Trujillo, el hijo nefasto del sátrapa que había desatado una feroz represión sobre los conjurados del 30 de Mayo.

Los muchachos de la calle Espaillat corporizaron en Balaguer-Ramfis sus ansias de libertad, y desfogaron sus anhelos reprimidos. Ese dúo irritante simbolizaba la última cabeza del trujillato moribundo, y tenía que ser despedazado para alcanzar la liberación plena.

Su trinchera era una guarnición callejera: barras, alambres, parapetos, azoteas artilladas. Las protestas alcanzaron su clímax y reclamaron la odiosa presencia policial.

Resumen diario de noticias

Recibe en tu correo las noticias mas importantes del día

En efecto, la Policía, hecha a la medida de la dictadura, intervino sin escrúpulos y masacró a los manifestantes. Fue implacable e hizo añicos las protestas. Para subir a las azoteas tuvieron que usar escaleras de los bomberos. La violencia policial venció a la violencia callejera. Lo que queda es la nostalgia, 59 años después.

Balaguer se expresó con cinismo, felicitando a la Policía por su «ejemplar comportamiento» en la represión de la protesta. Habló sin empacho. Celebró la represión. Reafirmó su compromiso con la fuerza.

No fue todo: ese día llegó Juan Bosch, después de 24 años en el exilio. El destierro había sido fecundo, pues Bosch había co-fundado el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en Cuba, y había culminado una recia campaña contra Trujillo. Claro, le había servido al tirano y después había roto con él, refugiándose en tierras extrañas.

Allí echó raíces y tejió una vasta red de relaciones internacionales. Además, había entrado a formar parte de la llamada izquierda democrática, un reducido club político alentado por Washington y realzado como un modelo de democracia latinoamericana.

Don Juan aceptó la presencia terrible de Ramfis, creyendo -ingenuamente- que la democratización era posible con ese criminal perverso. En realidad, era un aliado más que un opositor, prometiendo «borrón y cuenta nueva» y heredando las fuerzas del trujillato. Así, con ese respaldo terrible, llegó al poder pero solo pudo gobernar siete meses.

El resto es otra historia y requiere otra mirada al pasado.-

 

 

 

Comenta