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24 de abril 2024
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OpiniónHumberto Bogaert GarcíaHumberto Bogaert García

La autoestima

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La autoestima es la estima de sí, la valoración propia, el modo como el individuo se ve y se aprecia. Si una exagerada autoestima hace de la persona un egocéntrico y “narcisista”, la baja autoestima corresponde a un ideal del yo frágil, a una imagen de sí poco valorizada o a una tendencia a exigirse un rendimiento exagerado.

 

Las personas suelen creer que su autoestima depende de hechos objetivos. No obstante, he tratado a reinas de belleza que se desprecian en la intimidad o que necesitan los aplausos ocasionales de su público para no sucumbir a la depresión. Y, por otra parte, he conocido mujeres muy poco agraciadas que actúan con un sentimiento de autosuficiencia tal, que rayan también en lo patológico.

 

Veamos algunos ejemplos:

Recuerdo a una mujer muy bella que el cirujano plástico que la atendía me la refirió porque, en esa ocasión, deseaba reconstruirse la nariz, a mi juicio perfecta. La raíz de ese sentimiento de inadecuación corporal era una baja autoestima, la cual se asociaba a una vivencia distorsionada de la imagen del cuerpo, resultado de una presencia materna incapaz de asumir un límite frene al deseo personal de la hija. El problema no era la nariz, sino las huellas dejadas por una madre con dificultades serias para promover la autonomía funcional de su hija.

 

En otra ocasión, tuve la oportunidad de conocer a una diminuta criatura quisqueyana, típicamente extrovertida y francamente afroamericana, que hizo que su esposo italiano y su amante español concurrieran juntos a una cita para que expusieran, en el orden que ella había previsto, las razones que ambos podrían argüir para ella decidir con cuál de los dos se quedaba. La raíz de esta monumental autoestima –lo puedo garantizar- no radicaba en la belleza física de la dama, ni en condiciones personales como cultura o educación. Tampoco se debe creer que su atractivo se explicaba por sus habilidades sexuales “objetivas”. La raíz de su poder frente a sus partenaires radicaba en la sincera insatisfacción de su deseo y en el inalcanzado ideal de goce que era capaz de manifestar; ideal que sus esclavizados enamorados trataban de alcanzar desesperadamente.

 

Por: Dr. Huberto Bogaert García

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