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19 de abril 2024
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OpiniónFrancisco S. CruzFrancisco S. Cruz

La amenaza y los pros…

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Creo, es más casi estoy convencido, que, detrás de los detractores de la sentencia TC-168-13 -a pesar de algunos aspectos que se corrigieron con la ley 169-14 (una salida humanitaria), hay toda una vieja agenda supranacional, cuyos promotores nacionales son parte de la “sociedad civil”-ONGs e intelectuales-periodistas, subvencionados por agencias extranjeras y algunos que otros gobiernos -solapados- cuyos objetivos fácticos-estratégicos parecerían dos: a) hacer viable una fusión -sui géneris- de las dos sociedades (un absurdo e imposible por razones étnicas-históricas-culturales), o b) “legalizar” una suerte de invisibilidad de la frontera, lo cual casi es un hecho; al tiempo que, a través de ciertas gendarmería internacional (sistema de derechos “humanos” universal e interamericano), ir drenando y supeditando aspectos cardinales de la autodeterminación y soberanía de los Estados como fronteras, legislación-nacional y régimen de ciudadanía-extranjería en nombre de una universalidad o constitución-supranacional -pero solo para los países pobres o en vía de desarrollo- bajo un régimen de derecho internacional-universal.

En otras palabras, allí donde un país o “conglomerado humano” no sea viable, esa superestructura -de poder económico-geopolítico-, a través de sus agencias y personeros nacionales, alienta solución-fusión, crisis políticas, humanitarias o conflictos bélicos que devienen en desplazamientos ciudadanos, refugiados, migración o, asentamientos humanos-fronterizos que, generalmente, terminan en transculturización o “derechos adquiridos”-litigios que ese doble sistema de “derechos humanos universal” le reclamará y exigirá -cumplimiento- al país más “desarrollado” -como en el caso RD-Haití-. Y por más disfrazado que este, esas son las variables-estrategias del plan.

Por supuesto, y aunque a la comunidad internacional, su sistema de derechos humanos universal y sus asalariados nacionales, no los quieran entender (¿?): en el caso concreto, República Dominicana y Haití, hay una realidad -étnica-histórica-cultural- insoslayable: somos dos pueblos diferentes -idiomas, religión, pasado colonial e idiosincrasia-; pero, además, y que se los fijen -en discos duros-, la República Dominicana ¡jamás ha invadido ni sojuzgado a Haití (1805-Moca-1822-1844)! Y segundo, ¡No hay un país, en el mundo, que haya sido más solidario y receptor de nacionales haitianos -que, dicho sea de paso, sus autoridades, históricamente, han sido, sospechosamente, negligentes en documentar- que la República Dominicana!

Ya es hora de reiterar, a la comunidad internacional, esa historia, la ayuda solidaria-humanitaria y la insostenible migración-haitiana que carga-soporta nuestro país -aunque en ello hay también un beneficio económico-laboral-mutuo-. Por ello, abogo por una migración haitiana ordenada y regulada.

Además, invitamos -a esa gendarmería internacional y a sus lacayos-vendepatrias (entre ellos: intelectuales-periodistas-curas) “agentes-extranjeros” echar una mirada étnica-geográfica-cultural más holística sobre la deplorable situación existencial y de invisibilidad étnica-cultural de miles de ciudadanos -afrodescendientes-indígenas- en nuestro hemisferio-Norte-Sur-Centroamérica (¡Dejemos la doble moral -anteojera-internacional-!).

 

Por Francisco S. Cruz

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