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23 de abril 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

La agenda continúa

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La Semana Santa ya pasó. Fue una fecha para todos los gustos y compromisos: para recogimiento religioso donde entre oraciones unos celebraron la muerte y pasión de cristo, mientras que los otros engrosaron las estadísticas de los que se emborracharon y sufrieron accidentes en las playas y carreteras.

Con la apertura de la vida diaria normal, sigue la misma agenda. No hay sorpresas en la vida política dominicana. Todo está al borde de la anarquía, donde lejos de la campaña electoral, hay partidos que luchan para mantener su relativo poder y fortaleza.

Sin embargo, son pocos los partidos políticos que en esta etapa de la vida dominicana tienen la fuerza suficiente para convocar a las masas a las calles. Por desgracia, hacia la calle va apuntando el desenlace de la actual vida política dominicana. Lo irreversible, es que no hay instituciones confiables, porque casi todo el mundo se dedica a denigrarlas.

El tema de Odebrecht no se irá de la palestra pública nacional. Sera la comidilla por muchos tiempo, y como no se espera una solución en un abrir y cerrar de puertas, todavía cuando llegue la campaña electoral sería la fuerza decisiva.

Se da el caso de que las acciones de la Odebrecht en el país tienen muchos nombres y apellidos involucrados. Enlodan sus ínfulas a prácticamente todos los sectores de importancia en la vida nacional. Nadie puede lanzar la primera piedra, porque nadie está libre de pecados. Se da el caso de que como no hay culpables únicos e individualizados, todos serán redimidos.

Tiene que haber sanciones a los que cometieron actos indecorosos con los sobornos de la Odebrecht, pero en la búsqueda de que se aplique justicia no se puede hace un sainete, y mucho menos encontrar culpables preferidos. La justicia tendrá que encontrar a esos culpables con total imparcialidad y fuerza institucional. Habrá que ver hasta dónde llega.

En la agenda para estos días luego de la Semana Santa está lo más importante, que es el alto costo de la vida, el agiotismo y la inflación. Con la canasta familiar rondando los 30 mil pesos mensuales, es casi imposible tener una alimentación adecuada, además de que las medicinas carecen de control de precios y en muchas ocasiones son falsificadas.

Se puede decir que millones de dominicanos están viviendo en la máxima pobreza, y no tienen segura su alimentación diaria, y mucho menos las medicinas que se les debe aplicar para sus dolencias. Tiene que haber respuesta del gobierno, y de todo el liderazgo político nacional para con los desamparados de la fortuna que carecen de pan, de trabajo y de servicios de salud.

Cada día se engrosa más la línea del abandono social, resurgen los cordones de miseria, pero también se palpa una indiferencia radical ante la necesidad de buscar paliativos y soluciones por parte de la clase política, de los empresarios, de los religiosos y de los grupos pensantes nacionales. Estamos jugando con candela, porque los efectos del hambre son devastadores, y sus efluvios son los que lanzan a las masas a las calles sin retorno y sin pausas. Estamos a tiempo de evitar las conflagraciones sociales que se vislumbran en lontananza, ambientadas por la falta de oportunidades para subsistir que padecen millones de dominicanos. Las masas abandonadas, en su desdicha no encuentran pan, y comen y lanzan piedras ¡Ay!, se me acabo la tinta

 

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