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19 de abril 2024
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OpiniónGregory Castellanos RuanoGregory Castellanos Ruano

«La Adelantada« (¿?)…

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«Sostengo que somos la primera raza de la Tierra y que cuantas más partes del mundo habitemos, tanto mejor para la humanidad.«

(Cecil Rhodes, 1897, político colonialista inglés)

Cuando un Estado ejerce poder sobre otros pueblos se habla de política imperialista y esta, a su vez, se manifiesta en el hecho de considerar que esos otros pueblos son colonias; dicha consideración puede darse en diferentes aspectos de la actividad humana.

Dentro de esos aspectos está el aspecto jurídico: el país con ese poder considera que sus instituciones y que su modelo jurídico son superiores al de cualquiera de esos otros países sobre los cuales incide y por eso pretende universalizar dicho modelo jurídico; se produce entonces un reflejo en los respectivos países subestimados y considerados colonias; de ahí que las ideas jurídicas, las interpretaciones, y, en fin, la Doctrina tejida alrededor de ese modelo jurídico se lleven a esos otros países reflejándose en ellos la voluntad de forzar el pensamiento y el modelo jurídicos hasta entonces establecidos respectivamente en dichos otros países; de esa manera se aliena a abogados y a estudiantes de Derecho si el modelo jurídico es negativo o, a lo menos, grandemente negativo, produciéndose el consiguiente impacto negativo sobre la sociedad.

De ahí surge el colonialismo jurídico con su consiguiente colonialismo académico que propaga las ideas que sirven de base al sistema jurídico del país con dicho gran poder sobre los demás.

El modelo procesal penal actualmente vigente en la República Dominicana proviene del hecho de que en su momento un gobierno de los Estados Unidos (EE.UU.), el de Bill Clinton, promovió el que en la República Dominicana se copiase el Código Procesal Penal (CPP) Tipo para Iberoamérica porque este descansa sobre el sistema acusatorio y reune con gran amplitud numerosos aspectos procesales existentes y vigentes en los Estados Unidos (EE.UU.).

La incidencia de dicho nefasto gobierno estadounidense sobre el gobierno dominicano, entonces incipiente, del Dr. Leonel Fernández mostró claramente su faz a través del hecho de desviar la intención dicho gobierno dominicano de actualizar el Código de Procedimiento Criminal adoptando todas las reformas francesas para colocarlo al nivel del Nouveau Code de Procedure Penale francés.

Al día de hoy, en su Nouveau Code de Procedure Penale francés, Francia mantiene el Sistema Mixto y la mayor parte del procedimiento del viejo Code D`Instruction Criminelle francés, y Francia es signataria de la Convención Europea de Derechos Humanos (CEDH) cuyo celoso guardián lo es el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH); y de aquella convención (CEDH), la Convención Americana de Derechos Humanos (CADH) es una copia al calco.

Se llegó a comenzar a trabajar en dicha labor de actualización del Código de Procedimiento Criminal, pero obró la desviación que consistió en substituir esa intención y el comienzo de dicho trabajo por la copia o clonación del Código Procesal Penal Tipo para Iberoamérica.

Lo ocurrido es la historia de una felonía, a la cabeza de la cual figuró la señora Helena Bringneman, quien fuera Encargada de Negocios de la Embajada de los Estados Unidos (EE.UU.) en la República Dominicana y substituta ad interin de la cabeza de dicha embajada.

Esta señora, sin más ni mayores pruebas de la supuesta «superioridad« (¿?) del modelo procesal penal cepepeísta, logró que el referido gobierno de turno procediese a participar en la clonación de dicho modelo procesal penal cepepeísta, y en esa labor de imposición  jugó un papel de propaganda favorable a dicha imposición un enclave de dominicanos que en realidad fueron y son agentes extranjeros conformantes de lo que se autodenominaba y se denomina «Participación Ciudadana«, la cual ni es participación ni tiene nada que ver con beneficiar a los ciudadanos dominicanos: es un instrumento de sectores estadounidenses y, en aquel momento, de sectores de poder estadounidenses.

La manipulación imperialista trajo a la señora Helena Bringneman, y de repente, esto es, de golpe y porrazo, la sociedad dominicana empezó a ver a «los llamados«  (¿?) y a «los elegidos« (¿?), a los auto-llamados y los auto-elegidos: todos demonios: unos demonios con rabos y otros demonios sin rabos.

Jugaron a copiar un material organizado por `Ideólogos Genocidas-Dioses Trágicos` (no investigaron para nada todo lo negativo que empezó a ocurrir en Argentina a consecuencia de ponerse en vigor la normativa procesal penal cepepeísta impulsada por dichos `Ideólogos Genocidas-Dioses Trágicos`) y lo que hicieron fue promover algo que cuando entró en vigor desencadenó un proceso de retroceso hasta llegar a la institucionalización del `homo hominis lupus est`.

La pretensión que se ha querido extender de la supuesta «superioridad« (¿?) del sistema acusatorio enraizada en éllos por desconocer los aspectos históricos de los fracasos de dicho sistema les impedía a todos los involucrados en aquella desviación saber y conocer el primitivismo y la obsolescencia del sistema acusatorio, de la composición, etcétera.

¡Y eso que la señora Helena Bringneman era  «La Adelantada«! ¡Y eso que sus aúlicos o adlátares supra-referidos, esto es, «los llamados«  (¿?) y «los elegidos« (¿?), o, mejor, los auto-llamados y los auto-elegidos, eran seguidores de «La Adelantada«!

En nombre de un supuesto «adelanto« (¿?), en nombre de un supuesto ejercicio «civilista« (¿?) «La Adelantada« (¿?) y sus tropas (unos, literales agentes extranjeros; y otros: literales simples alienados por la propaganda sobre el supuesto «avance« (¿?) que supuestamente representaba copiar y totemizar cosas primitivas y obsoletas y que la propia Historia se encargٕó de probar su ineficiencia o infuncionalidad),  con ímpetu avasallante llevaron a la República Dominicana a eliminar el Sistema Mixto y a incurrir en un verdadero genocidio jurídico y a correlativamente incurrir en un verdadero genocidio humano.

Pero era afán de «La Adelantada« (¿?) y de sus `lame talones` eliminar «las estructuras jurídicas tribales tradicionales« (¿?) de «los indígenas«(¿?) que poblaban y pueblan  a la «República Indígena« (¿?) llamada «República Dominicana« y a quienes se pretendía llevar «la cultura y la civilización« (¿?).  «La Adelantada« (¿?) y sus alcahuetes cipayos locales estaban «muy claros« (¿?) en eso: la República Dominicana era uno de los «países aún por civilizar« (¿?).

Los componentes de dicho séquito de cipayos se sentían cómodos con la infamante actitud de andar detrás de «la jefe« o «la jefa«, detrás de «La Adelantada« (¿?) de aquel movimiento «civilizatorio« (¿?)  como perritos falderos.

Gracias a la actitud genuflexa tanto de libadores del gobierno de aquel momento como de los referidos agentes extranjeros (la mal llamada «Participación Ciudadana« (¿?) que siempre ha sido un instrumento obediente a intereses foráneos) el paquete de la criatura llamada Código Procesal Penal (CPP) fue finalmente aprobado en el Congreso Nacional en el año dos mil dos (2002) como Ley 76-02 bajo la sombra de otro gobierno (2000-2004), el de Hipólito Mejía, igualmente genuflexo y el cual tenía todavía mejores relaciones con los referidos agentes extranjeros, los cuales a nivel interno también son instrumentos de las partes que conforman la corriente política que parió dicho gobierno 2000-2004: dicha Ley 76-02 dispuso que dicho Código Procesal Penal (CPP) entraría en vigor al morir el veintiséis (26) de Septiembre del dos mil cuatro (2004).

Así se llegó a producir la adopción apresurada, irreflexiva y chambona de las recomendaciones de «La Adelantada« (¿?) y su referido infame séquito, colocando de esa manera a la Justicia Penal dominicana a funcionar sobre la base de una normativa procesal penal que oferta un modelo procesal penal absurdo, ineficaz e infuncional: todo supuestamente «En nombre de estándares internacionales«.

El modelo procesal penal foráneo en cuestión fue impuesto por «La Adelantada«  (¿?) y su referido infame séquito alegándose en la propaganda que se hizo del mismo que este supuestamente era un «referente deseable« (¿?): «deseable« (¿?) simplemente por el hecho de ser «validado« (¿?) por el sello imperial.

Se señalaba claramente así el desconocimiento de la realidad y de la Historia del Derecho tanto de «La Adelantada« (¿?) como de éstos componentes de su referido infame séquito, que con su genuflexión reforzaron los tintes coloniales de la propuesta.

De esa manera, y bajo el pretenso palio de una «utopía« (¿?) a alcanzar y que una vez alcanzada resultó distopía, lo que operó en la República Dominicana fue un trasplante de un esquema fracasado, de un modelo procesal penal infuncional y fracasado que a los representantes del Ministerio Público y a los jueces los convierte en personas peligrosas en lugares equivocados causándoles ambos grupos un daño enormemente inmenso y terrible a la sociedad dominicana.

La señora Helena Bringneman en pos de obtener «la Gloria sublime« (¿?) de «civilizar« (¿?)  a «los indígenas« (¿?) que conforman a la República Dominicana empujó con sus manos el parto de la criatura con cuyo uso se habría de comenzar a martirizar en forma terrorífica a los ciudadanos no delincuentes de este país.

La arrogancia imperial de la señora Bringneman y la del grupillo de cipayos supra-referidos les hacía pensar que habían llevado a la República Dominicana a cimas inmejorables de «civilización« (¿?): su alienación fue tan grande que se durmieron en los laureles creyendo que por fin al territorio dominicano había advenido «el imperio del progreso« (¿?),  «el imperio de la Justicia« (¿?).

A la criatura en cuestión llamada Código Procesal Penal (CPP) rápidamente se le vio en la faz un claro sello malthusiánico y así forzosamente tenía que ser, pues el mismo es la expresión de un `Malthusianismo jurídico` para coadyuvar al control de la superpoblación; es la expresión, pues, de una política sombría, de una política criminal que es `criminal de verdad, de verdad-verdad`.

Los `Ideólogos Genocidas-Dioses Trágicos` parieron a `Cepepeistas Genocidas-Benefactores Peligrosos` y dicha combinación binaria, a su vez, demostró ser `una generación de exterminadores` que acarreó, a su vez, la aparición de una plaga de exterminadores que se etiquetan como delincuentes.

`Un paquete de ideas siniestras` fue vendido como algo supuestamente «de avanzada« (¿?); dicho paquete de ideas siniestras bien pronto instaló en todo el territorio nacional una especie de `Museo del Terror` por la enorme cantidad de muertos, lesionados permanentes, heridos, contusos, robados, etcétera, que su vigencia produjo.

Aquella clara especie de `anacronismo revolucionario` en que se totemizaba, como en efecto se totemizó, al primitivismo del obsoleto sistema acusatorio, al primitivismo de la obsoleta composición, etcétera, fue muy efectiva para que rápidamente los ciudadanos no delincuentes de la República Dominicana se formularan la pregunta: ¿Cuál progreso es ese que produce en tan poco tiempo tantos muertos, tantos lesionados permanentes, tantos heridos, tantos contusos, tantos robados, etcétera?   En nombre de un supuesto «progresismo« (¿?) con la `propaganda de consumo para cándidos` a esta sociedad dominicana se le puso a dar un viaje en el tiempo:…¡Hacia el pasado! ¡Hacia la época de la composición! ¡Hacia la época subsiguiente a la de la venganza privada!: ¡Un raro snobismo, una rara moda, una rara modernidad!

Doña Helena Bringneman catequizó con el catecismo cepepeísta a «los indígenas« (¿?) que habitan a la «República Indígena« (¿?) llamada República Dominicana.

La justicia estadounidense no es la justicia modelo que se ha querido vender: eso es falso. La propaganda imperial la ha vendido así: el imperialismo cultural estadounidense ha querido que se crea eso. Y muchas gentes se cree eso y dentro de ésas gentes están la señora Helena Bringneman y su supra-referido séquito de cipayos.

La justicia cepepeista que copiamos del Código Procesal Penal Tipo para Iberoamérica tampoco es la justicia modelo que se ha querido vender. Eso es igualmente falso. La propaganda imperial también la ha vendido así por las razones ya indicadas precedentemente.

La señora Helena Bringneman dejó en la República Dominicana una estela de sangre que sigue corriendo e incrementándose cada vez más y más: y allá donde vive, en EE.UU.,  vive con sus manos manchadas de sangre del mismo modo que todos aquellos que les sirvieron de instrumento en este país para instalar `La Máquina de Muerte`.

«La Adelantada« (¿?) resultó serlo de algo grotescamente primitivo, de algo grotescamente anacrónico, grotescamente obsoleto; «La Adelantada« (¿?) resultó serlo de una `Máquina de Muerte`.

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