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23 de abril 2024
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OpiniónFlorentino Paredes ReyesFlorentino Paredes Reyes

La Abstención

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Este título no es original, lo he tomado de una publicación que hizo el 18 de junio de 1921 el periodista José Ramón López,  hace unos 98 años. Lo hago, porque en días pasados, discutía con unos formidables amigos sobre ese punto y de lo que significa y ha significado en la historia partidista dominicana.

La partidocracia dominicana, con una publicidad maliciosa, haciendo suya el principio de orquestación, (pantomima de los postulados de Joseph Goebbels) se ha encargado de sembrar en el subconsciente del dominicano, todo cuanto es al ejercer el derecho al voto: buen ciudadano, patriota, cumplidor del deber, cuidador de la soberanía, con derecho a reclamar, un dominicano ejemplar…

Nunca un grupo político o de la sociedad civil, ha dicho a los electores, el significado que tiene la abstención. Claro, todo partido busca demostrar en unas elecciones su nivel de fuerza, y asegurar su estatus,  por eso centran las horas finales del certamen en orientar las casillas, número del partido en la voleta electoral,  cómo marcar, el horario en que debes asistir (si son colegios cerrados), el centro electoral que te corresponde, la mesa de votación, te ofrecen transporte, dinero y un conjunto de cortesías plagosas para que ejerzas ese derecho. ¨Que te llame la atención que gente tan malvada, te ofrezca cosas buenas¨, decía Robert Nesta Marley (Bob Marley).

Desde  la reforma constitucional del 14 de noviembre de  1865, que estableció el voto directo para la elección de nuestras autoridades, la abstención electoral es una forma de lucha, que ha estado presente en todos los procesos electorales a lo largo de nuestra historia política. Cuando el mismo proceso electoral, no garantiza a los participantes un claro desarrollo del mismo, o cuando los candidatos apátridas, no reúnen las cualidades que la población votante busca en los postulantes.

Desde el mismo Senado de la República,  cuando un congresista no está de acuerdo con la aprobación de un proyecto vota en contra, y si sabe que su voto no será significativo en la anuencia del maligno propósito, se ausenta el día de la votación final, buscando con dicha acción que no haya el quórum requerido para su aprobación. En el senado hay  un mínimo de votos para probar o desaprobar proyectos. Una abstención que por igual aprueba o desaprueba, pero que para lo vital, que es la elección de ellos a esos puestos, hacen pasar desapercibida a los fines de que la población sepa el valor del voto pero no así, el de la abstención.

La abstención electoral, es una muestra clara de desconfianza ante todos los candidatos presentados en un certamen, sin importar color, ideologías o partidos. Durante la dictadura de Ulises Heureaux, eso era lo más normal, al extremo que las urnas  iban  llenas a los colegios electorales de votos a su favor, para justificar la desaprobación colectiva a su continuidad en el gobierno. Y en ocasiones, la guardia iba persiguiendo a los contrarios y obligando a la población a asistir a la pantomima de elección.

Cuando en las elecciones de 1884 Gregorio Luperón pidió a sus partidarios no acudir a las votaciones, lo hizo sabiendo que la abstención es la mejor forma de protesta ante unos candidatos que no representan los verdaderos intereses del país. La lucha, dentro del campo de batalla escogido por el enemigo, es una lucha por deporte, ya que tiene inequívocas ventajas estratégicas para él e inevitables desventajas para nosotros. Luchar ahí es luchar con destino manifiesto de ser vencido, y solo los tontos aceptan el combate en esas condiciones. Cuando quienes acuden como candidatos a puestos electivos, son los enemigos de la patria (que los hay dentro y fuera del país),  la abstención es el mejor acto patriótico que todo buen ciudadano puede hacer.

Recordemos la circunstancia en que fue electo Trujillo en las elecciones de 1930, pocos asistieron a las elecciones, repudiando con dicha acción su presentación como candidato y sus métodos. Las urnas estaban llenas de votos favorables a su postulación y al final, el tétrico capítulo de haber más votos que votantes. Justificó la pomposa victoria y desde aquel momento esa acción ridícula y poco ética es replicada en alguna provincia o municipio del país, por alguno que otro candidato.

En 1970, Juan Bosch pidió a su militancia no acudir a las urnas, ya que Joaquín Balaguer sabía las mañas de su abuelo político, Lilís y de su padre Trujillo y un pueblo que depende de las manos prodigiosas de los políticos de turno, no va a las urnas con plena conciencia.  ¨La democracia es un lujo de los países ricos¨, escribió tres años más tarde.

En las elecciones del 2016 el 31% de los 6, 765,063 ciudadanos convocados a ejercer el sufragio se negaron a participar.  Según el Magister en derecho Constitucional y  quien fuera miembro titular de la Junta Central Electoral,  Eddy Olivares Ortega, ¨el voto nulo, dejar el padrón en blanco o la abstención, son una  expresión de disgusto o desconfianza en torno a las elecciones o los candidatos¨.

Para el reconocido politólogo italiano, Gianfranco Pasquino, las causas de la abstención son múltiples, destacando la siguiente: “ahí donde los partidos están en crisis, donde su capacidad de captación del electorado se desvanece, el abstencionismo crece,”.

El refutado periodista Miguel Guerrero, refiriéndose a la abstención escribió lo siguiente: ¨El derecho que los dominicanos se han ganado de escoger libremente a sus gobernantes, implica el de votar por la opción electoral que entienda más beneficiosa para el país o más afín con sus intereses. Por lógica elemental ese derecho garantiza la facultad ciudadana de abstenerse cuando entienda que ningún candidato o partido llena sus expectativas¨,  y añadió: Como la abstención no constituye delito, promoverla no puede ser objeto de sanción.

Detener el crecimiento del abstencionismo debe ser una prioridad de los partidos. Para empezar a lograrlo deben democratizarse y recuperar el respeto del pueblo dominicano con buenas propuestas y abandonar las practicas desdeñables.

Aquí, quienes dicen representar el decoro en la actividad partidista, resultan ser tan abominables y perversos, como quienes inspiran sus críticas discursivas. Si en una futura legislación se quiere sancionar la abstención, para frenar su progresivo avance, tendrán que hacerlo con los inconscientes, perversos e irresponsables que venden el voto al precio del demandante partido político, que por igual, deben ser sancionados. Apliquemos la lógica y no actuemos por emotividad momentánea. Envenenar al pueblo con falsas ideas sobre la abstención, no es sano.

Por: Florentino Paredes Reyes

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