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23 de abril 2024
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

Johnny Ventura: Un liderazgo no desperdiciado

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Hay quienes piensan erráticamente que los líderes nacen siendo líderes o que las personas que tienen o desarrollan algunas habilidades para algunas actividades nacieron con ellas. Eso no parece tener tanta certidumbre, aunque si puede haber factores de la biología o de la genética que contribuyan en el desarrollo de determinados talentos.

En el caso de Johnny, Juan de Dios Ventura Soriano, no cree quien escribe que nació para ser músico, pero si supo aprender a serlo y hacer se podría decir un genio del arte musical popular, más lejos llegó aún se cultivó en la teoría de ese arte porque tenía un manejo conceptual de la música.

Para uno darse cuenta de ello, nada más hay que escuchar entrevistas grabadas de Johnny. Ese fue el Johnny ventura artista, trascendía su conocimiento de la música el saber popular, tenía un conocimiento intelectual de la música. Su grandeza en las letras de sus grabaciones, algunas serian de su autoría propia, llegaba hasta la combinación del lenguaje popular con el lenguaje culterano; llama la atención como, siendo capitaleño de pura cepa, usaba en las vocalizaciones  de algunos merengues la voz cibaeña al pronunciar la i repetidamente en palabras en el lugar que iba otra letra.

Se podría pensar algo semejante haría Gardel con el tango en Argentina. A mi entender esa es su grandeza en el arte popular, ya que se cultivó  tanto en la  música, lo lleva a ser creador de géneros musicales nuevos, por ejemplo el Merembé, que no sería lo mismo que el Merengue o el Merecumbe.

Nació para eso? No lo creemos, pero se cultivó en eso y llegó a ser todo un coloso de la música popular dominicana. Él quiso ser arquitecto, pero no pudo estudiar esa carrera por falta de recursos para cursarla  en la que hoy es la UASD, es decir, en la Universidad de Santo Domingo, que era la única universidad que había en el país en los momentos que debió iniciar una carrera universitaria. Entonces, aceptó con humildad que tenía que dedicarse a otra cosa y escogió la música y pudo cultivarse en ella y cultivar una personalidad que va más allá de la música.

Ahora bien, Johnny es más que eso. Como artista trasciende las fronteras nacionales, pero como  como dominicano su  personalidad en su dimensión nacional, trasciende el arte, va más allá de su arte, porque fue un hijo del pueblo que estuvo del lado de las causas dominicanas más nobles, en defensas de los mejores intereses del país. Estuvo del lado del pueblo en la guerra de Abril. Eso también es parte de todo el legado que nos  deja Juan de Dios Ventura Soriano.

Ese hijo del pueblo, ese joven de la década del 60. Hace unos años, el Dr. Antonio Sánchez Hernández decía que de la Generación de la Década del 60, léase de los jóvenes del 60, no había uno que no hubiese quedado marcado, pero si se trata de huellas que son negativas para la conformación de la personalidad del individuo, parece que eso no pasó en Johnny.

Pese a que la década del 60 debió de marcar a muchos jóvenes que vivieron los años de la Edad Dorada en esa década, no en República Dominicana nada más si no en todo el mundo, todas las sevicias en Vietnam, el abortado Mayo Francés, los resultados de la Guerra del 65 y del Movimiento Hippies, pero Johnny no pensó en lo negativo si no en buscarle solución a los problemas y en ser humilde. Por eso Johnny supo brindarle una sonrisa a cualquier ser humano y estar del lado de las mejores causas. Así fue ese fue el Hijo del Pueblo.

El parece que nunca tuvo problemas, porque su sonrisa parece que siempre la cultivó. Él dijo en una entrevista que hay dos tipos de problemas, los que tenían solución y los que no tenían solución, por los que tienen solución no hay que preocuparse y por los que no tienen solución él no se preocupaba tampoco. Para uno darse cuenta de que Johnny no tenía problemas, nada más hay que fijarse en la pose que tomó, con la expresión de una gran sonrisa, cuando le diagnosticaron el haberse contagiado del COVID-19.

El autor de este artículo ha conocido algunas personas así, en lo cual la genética o lo biológico debe influir mucho, pero no sería lo determinante porque la mayor parte de los que somos  viene de la socialización, es resultado de conducta aprendida. Por aprendizaje, por socialización, fue que Johnny supera o no sufriría nunca el complejo de haber sido pobre de origen y de ser negro (en los años de su juventud había prejuicio contra los negros), se aceptó a sí mismo como era y el pueblo dominicano aprendió a reconocerlo y a quererlo como él se lo merecía. Johnny es de lo mejor de lo nuestro.

En la filosofía martiana el ser individual, la persona, al vivir su ser individual y  su espíritu individual caminan juntos, pero al morir se  separa su espíritu individual del ser individual, para fundirse el espíritu individual con el espíritu universal que es el bien. El espíritu individual de Johnny, que es su legado moral de valores que nos deja, el cual se funde con los valores de muchos seres humanos que aspiran o aspiramos a mundo donde impere la justicia y donde la desigualdad social se reduzca a su mínima expresión, un mundo sin la hegemonía del capital financiero.

Por Francisco Rafael Guzmán F.

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